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Ante el fracaso del islamismo (4): Prohibido pensar

Redacción




Ritos en posición de esclavos. /Foto: elmundoenfotos.wordpress.com.

Enrique de Diego

El islamismo es una ortopráctica, un cúmulo de prohibiciones penadas por la asfixiante e inhumana sharia. La del alcohol está explicada en El Corán, y poco tiene que ver con la abstemia o la salud. Mahoma y los musulmanes empezaron rezando hacia Jerusalem, bajo la lógica de que Mahoma se presentaba como el último profeta. La Meca, donde se reunían los exvotos de las divinidades protectoras de las tribus beduinas, era el centro de la idolatría. De repente, Mahoma ordenó que los rezos fueran hechos hacia La Meca; de esa manera evitaba la malquerencia de los comerciante de la ciudad, pero sobre todo porque los judíos no le reconocían y le decían –lo que le sentaba muy mal- que no conocía la Biblia, que hablaba de oídas y confundiéndose.

Cuando los musulmanes llegaban a las tabernas, les preguntaban por el motivo de un cambio tan radical. Y de vuelta, se lo preguntaban a Mahoma. No dio ninguna razón, si no que los creyentes lo entenderían y que quedaba terminantemente prohibido ingerir alcohol, por lo que dejaron de ir a las tabernas y hacer preguntas molestas.

En el islamismo, donde todo es recitación (eso significa Corán), donde en las madrasas o escuelas coránicas, solo se aprende El Corán de memoria, está prohibido pensar; está prohibida la filosofía. A favor puede aducirse el caso de Averroes (1126-1198), cuyo libro más relevante, Refutación de la refutación, contra las tesis de Al-Ghazali, defiende la compatibilidad entre la filosofía y la religión islámica, pero el integrismo (almohade) lo consideró herético, Averroes fue confinado en Lucena y Cabra y no ha quedado ningún original en árabe –al haber sido quemados- de sus obras, sino a través de traducciones al hebreo y al latín. Averroes ha influido en el cristianismo –a través de Santo Tomás de Aquino– pero no en el islamismo.

La tesis triunfante fue la de Abu Hamid al-Ghazali, profesor de la madrasa Nizamiya en Bagdad, experto en derecho islámico, quien en 1095 sufrió una grave crisis nerviosa. Al-Ghazali se angustió por la posibilidad de estar perdiendo la fe. Se quedó paralizado y sin poder hablar. Los médicos le diagnosticaron un conflicto emocional profundamente arragaido y posteriormente al-Ghazali explicaría que estaba preocupado por el hecho de que, a pesar haber estudiado mucho sobre Dios, no conocía realmente a Dios. Después de un tiempo de retiro, publicó El renacer de la ciencia religiosa cuya principal propuesta era que solo el ritual podía proporcionar un conocimiento de Dios, mientras que la teología (kalam) y la filosofía (falsafa) no se podía alcanzar ninguna certeza sobre lo divino.

Es decir, establecía una dicotomía completa entre fe y razón y apostaba en exclusiva por los ritos y la sharia. Si rezar es hablar con Dios, el musulmán nunca reza, recita como un esclavo; islam significa esclavitud y el musulmán adopta la posición en los rezos del esclavo. La filosofía quedo prohibida y con ella todo pensamiento y racionalidad y también la teología. El místico sufí murciano Ibn Arabí está, junto con Averroes, a cuyo entierro asistió, prohibido.

El islamismo, que nació en conflicto interno, se hibernó irreversiblemente desde el siglo XI. Prohibido pensar. El islamismo es un fracaso completo.

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