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Ante el fracaso del islamismo (6): El victimismo del genocida

Redacción




Milicianos de HAMAS. /Foto: mundosputnik.newss.com.

Enrique de Diego

¿Puede haber un islamismo moderado? No, eso es una contradicción en los términos. ¿Puede darse una evolución hacia un islamismo moderado? No. Hay un islamismo sociológico, pero siempre el integrista, el asesino, el genocida está en condiciones de reclamarse como el mejor musulmán y acusar a los demás de tolerantes y apóstatas.

Al tiempo, sectores de Occidente vienen situando a los musulmanes como víctimas. El victimismo musulmán es especialmente acusado en lo referido a Palestina. Los palestinos son reprimidos por los judíos. Pero, ¿qué harían los palestinos con los judíos? Está en la carta fundacional de HAMAS o Movimiento de Resistencia Islámica-Palestina, hecha pública el 18 de agosto de 1988. Exterminarlos. La propuesta palestina es el genocidio. “Israel existirá y seguirá existiendo hasta que el islam lo aniquile, como antes aniquiló a otros”. La cita de Hassan al-Banna abre la carta fundacional: aniquilación.

“El programa del Movimiento es el islam”, de ahí “su adhesión completa a los conceptos islámicos de todos los aspectos de la vida, la cultura, el credo, la política, la economía, la educación, la sociedad, la justicia y el juicio, la difusión del islam, el arte, la información, la ciencia de lo oculto y la conversión al islam”.

Recuerdo al lector que para el integrista el mundo musulmán se encuentra en estado de apostasía, así que “el movimiento se remonta a la época del nacimiento del mensaje islámico, de los virtuosos antepasados, porque Alá es su meta, el profeta es su meta y el Corán su constitución”.

“El Movimiento de la Resistencia Islámica se encontró con una época en la que el islam había desaparecido de la vida. De ahí que las normas se tambalearan, los conceptos se trastocaran, los valores cambiaran y gente perversa tomara el control, que prevalecieran la opresión y las tinieblas, que los cobardes se hicieran tigres: que los territorios fueran usurpados, el pueblo dispersado y empujado a vagar por el mundo, que el estado de justicia desapareciera y el estado de falsedad lo reemplazara”.

Es decir, hasta la llegada de HAMAS, el islam había desaparecido. Se debe a su fundador, Ahmed Yassin, que el suicidio del terrorista pasara a considerarse inmolación: el cuerpo como arma. En los tiempos previos a la creación del Estado de Israel, el muftí practicó el terrorismo en gran escala, sobre todo contra los palestinos moderados.

Pero Palestina nunca ha sido una entidad política, nunca hubo un Estado palestino, ni un gobierno, ni un órgano representativo, y antes de los islamistas hubo otros. ¿En base a qué la reivindicación de la aniquilación de Israel y el exterminio de los judíos? HAMAS “considera que la tierra Palestina es un Wapf islámico (donación religiosa) consagrado a las futuras generaciones musulmanas hasta el Día del Juicio. Ni ella, ni ninguna parte de ella, se puede dilapidar; ni a ella, ni a ninguna parte de ella, se puede renunciar. Ni un solo país árabe, ni todos los países árabes, ni ningún rey o presidente, ni ninguna organización ni todas ellas, sean palestinas o árabes, tienen derecho a hacerlo”.

Es decir, su invasión es justa y entraña derechos hasta el Día del Juicio; la de los demás, no. Es lo que llaman Dar-al-Islam, la casa del islam, donde ellos han estado les pertenece. Una cuestión que nos concierne y explica la obsesiva reivindicación de Al Andalus.

Aunque muchas feministas muestran la mayor de las simpatías hacia la causa palestina, HAMAS no tiene nada de feminista: “la mujer en el hogar de la familia combatiente, sea madre o hermana, desempeña el cometido importantísimo de cuidar de la familia, criar a los niños e imbuirles de valores morales y pensamientos derivados del islam”.

HAMAS en su carta fundacional cita un hadiz (dicho de Mahoma) de la recopilación de al-Bujari: “El Día del Juicio no llegara hasta que los musulmanes combatan contra los judíos, cuando el judío se esconderá detrás de piedras y árboles. Las piedras y los árboles dirán: Oh musulmanes, oh Abdulla, hay un judío detrás de mí, ven a matarlo”.

El odio a los judíos no es la consecuencia de la Declaración de Balfour, ni de la creación del Estado de Israel, sino que es originario, coránico, consecuencia de que los judíos no aceptaran a Mahoma como profeta. El propio Mahoma exterminó tribus judías de Arabia.

El terrorismo indiscriminado tiene base sólida en El Corán