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Samuel Hahnemann, contra la «medicina homicida»

Redacción




Samuel Hahnemann. /Foto: afullchola.com.

Redacción.

Reproducimos la alocución del Dr. Samuel Hahnemann en la apertura de la sesión de la Sociedad homeopática galicana, París, 15 de septiembre de 1835.

“He venido a Francia para propagar la Homeopatía, y me siento dichoso de encontrarme entre ustedes. En nombre de todos los homeópatas, doy las gracias al gobierno francés por la libertad que concede a nuestras reuniones y a nuestros trabajos. Espero que pronto hechos más numerosos le probarán la excelencia de nuestro arte, y que entonces él nos concederá los medios para ejercerla convenientemente para el mayor bien de la humanidad.

En un escrito de próxima aparición, hablaré al público de la Homeopatía, ya que la malevolencia y algunos errores han hecho que sea imperfectamente conocida. Yo le diré lo que debe ser un médico homeópata y qué virtudes debe poseer para la práctica de un Arte tan benéfico. Sólo reconozco como discípulos a aquellos que practican la Homeopatia pura, y cuya medicación está absolutamente exenta de cualquier mezcla de (re)medios empleados hasta ahora por la antigua medicina.

En nombre de mis muchos años de experiencia, yo animo al público a tan solo confiar en los adeptos fervientes de mi doctrina que hayan renunciado del todo a esta medicina homicida. Mi larga y exitosa práctica, atestada por mis diarios clínicos, cuya comunicación ofrezco, prueba que la Homeopatía pura, ejercida por aquellos que la han estudiado a fondo y que la saben exactamente, basta sola para todas las necesidades de la humanidad sufriente.

Agradezco a la Sociedad galicana por sus trabajos. Veo con gran satisfacción en su seno a hombres laboriosos y celosos que continuarán lo que tan felizmente han comenzado. Estoy vivamente emocionado por las pruebas de adhesión que he recibido por parte de todos los miembros que la componen. Me uno al celo que los anima, y secundaré sus esfuerzos para la propagación de nuestro Arte divino, pues la edad, que no ha lentificado en absoluto mi marcha, tampoco ha enfriado mi corazón, ni debilitado mi pensamiento, y la Homeopatía será siempre un culto para mi.

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Respecto a la Sociedad de París, si se ha podido hasta ahora, salvo algunas excepciones que me place reconocer, encontrar que ella dejaba que desear en lo que concierne a una instrucción más profunda de nuestro Arte, la falta se debe sin duda a la novedad de la aparición de la Homeopatía en París.

Exhortando Señores a los miembros de esta Sociedad a un redoble indispensable del estudio, yo les haré observar, así como a todos ustedes, Señores, que tratándose de un Arte salvador de la vida, descuidar su aprendizaje es un crimen. Asímismo estoy convencido que no habrá que hacerles más este reproche; pues, animados como están de amor a la humanidad nada descuidarán para alcanzar el fin que nos proponemos, y al cual ustedes ciertamente llegarán, si, tal como lo deseo vivamente, permanecen unidos de corazón y de doctrina. Y vosotros, estudiosa juventud francesa, a vosotros que los viejos errores no os han podido aún afectar, y que en vuestras veladas laboriosas no buscáis nada más que la verdad, venid a mi!, pues yo os la aporto esta verdad tan buscada, esta revelación divina de un principio de la naturaleza eterna.

Es a los hechos existentes que me remito para convenceros; pero estos hechos, no intentéis alcanzarlos por vosotros mismos, sino tras un estudio a consciencia y completo que os asegure el éxito; entonces, como yo, bendeciréis a la Providencia por el inmenso beneficio que ha hecho descender a la tierra por mi humilde intermediación, pues yo no he sido más que un humilde instrumento de su omnipotencia, ante la cual todo ser debe humillarse.”