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Ocupación buena, ocupación mala

Redacción




El Palacete desalojado.

Miguel Sempere

Sigilosamente, el martes 28 de marzo, policías de la UIP, acuartelados en el Complejo Policial de Moratalaz, se descolgaron desde edificios adyacentes al Palacete que fue de la Dirección General de Caballeros Mutilados de Guerra por la Patria –benemérita institución puesta en marcha por el general Millán-Astray– para tomarlo por sorpresa. Los miembros del Cuerpo Nacional de Policía desplegados superaron la cincuentena.

¿Trataban de detener acaso a un grupo yihadista? ¿A una peligrosa banda de delincuentes? ¿Se trataba de una operación contra el crimen organizado?

Lo que se encontraron estos aguerridos policías enviados por el Ministerio del Interior con tal despliegue a todas luces desproporcionado fue a once españoles necesitados acogidos por Hogar Social Madrid, que también reparte alimentos entre esos españoles a los que nadie atiende.

Una operación que bien merece pasar a la historia del ridículo policial y que muestra la saña desplegada por las autoridades gubernamentales del PP contra los patriotas. Esta descabellada operación se justificó ante el temor de que hubiera enfrentamientos. Nunca los ha habido. Es el quinto desalojo que sufre Hogar Social Madrid y nunca ha habido el más mínimo incidente.

De hecho, el Cuerpo Nacional de Policía, el Ministerio de Interior y la Justicia solo parecen mostrar celo en lo relativo a Hogar Social Madrid; la ocupación mala. Y, sin embargo, hasta el momento esta organización identitaria nunca ha lesionado derechos de propiedad privados, sino que ha ocupado edificios públicos abandonados, que dejan mucho mejor de como se los encontraron.

Mientras se dio el tono de una acción bélica a este desalojo, la ocupación real campa por sus respetos por todo Madrid, con ciudadanos que vuelven de sus vacaciones y se encuentran su casa ocupada, con pequeños ahorradores que son denunciados por allanamiento de morada cuando van a entrar en su vivienda por mafias que hacen pseucontratos, en lo que se ha convertido en una plaga, de forma que los delitos por usurpación han crecido el 168% desde el año 2008.

Sara Hernández, musa de la okupación. /Foto: ABC.es.

Los ciudadanos pagan sus impuestos no para que se dilapiden en operaciones para el telediario contra gentes pacíficas que distribuyen alimentos, sino contra las mafias de delincuencia, favorecidas por la izquierda. Recientemente el Ayuntamiento de Getafe cedía sus locales, la Casa del Barrio de la Alhóndiga, para un “taller de ocupación” (buena), bajo el lema “¡Cuándo vivir es un lujo, okupar es un derecho!”. Y no pasó nada porque la izquierda tiene bula para el delito.