Miguel Sempere
Este es el esquema de completa inseguridad que han impuesto los dirigentes de las naciones europeas. No dejarse atropellar sería eso de islamofobia, que en Canadá ya es delito y aquí se pretendía introducir en ese cajón de sastre de los delitos de odio y la discriminación ideológica, que es un nauseabundo uso alternativo del Derecho.
Por toda Europa hay integristas, con barba de integristas, de un puño como Mahoma, vestidos de integristas y que son integristas y pasean por las calles libremente. El MI15 tiene fichados a 3.000 posibles terroristas musulmanes. La Policía alemana dio la cifra de 542 refugiados de alto riesgo.
¿De qué vivía el asesino del puente de Westminster? Le presentan como “profesor de inglés” pero eso fue en Arabia Saudí, no en Birmingham, donde hay profesores de inglés mucho mejor preparados que ese tarugán criminal. Es posible que de las ayudas sociales. Los integristas viven en toda Europa, sin trabajar, de las ayudas sociales, a costa del contribuyente, al que quieren exterminar. Es una locura pero esa es la situación real (las mezquitas inglesas reciben cuantiosas ayudas en “programas contra la radicalización”, que financian a los radicales).
Eso que llaman islamofobia es el instinto de supervivencia, la racionalidad de la crítica frente a la barbarie islámica y la defensa de la identidad amenazada. Y no hace otra cosa que crecer.