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La muerte del globalismo

Redacción




David Rockefeller.
David Rockefeller.

Editorial

Una serie de viejos decrépitos tan demenciados como multimillonarios están llevando literalmente al desastre a la Humanidad, en niveles de riesgo que ponen en peligro la supervivencia de la especie.

Uno de ellos, David Rockefeller ha muerto a la edad de 101 años. En su muerte se ejemplifica la muerte del globalismo. No merece ni una lágrima. El óbito de este satanista es un beneficio para la Humanidad.

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Unas pocas personas a través de asociaciones como la Trilateral o el Club de Bilderberg o fundaciones como la Open Society de George Soros, corrompiendo a políticos fácilmente corrompibles, dotándose de beneficios fiscales para incrementar sus enormes concentraciones de riqueza, están promoviendo la destrucción de Europa como primer paso para la destrucción de la Humanidad, con el intermedio de una sociedad de amos y esclavos, que sería pastoreadas por un gobierno mundial liderado por esos degenerados.

Han corrompido las grandes empresas, los bancos, los parlamentos, la judicatura y los medios de comunicación imponiendo consignas suicidas y demoledoras como un mundo sin fronteras o provocando guerras en sociedades musulmanas para inducir migraciones masivas.

Quien se opone a sus designios demoniacos es silenciado o criminalizado por la trama de los medios adictos y comprados. Quien sigue sus dictados diabólicos tiene el triunfo asegurado: protagonismo, poder, premios.

De manera heroica, las sociedades desarmadas han empezado a rebelarse contra el designio genocida, a recuperar el patriotismo como baluarte de la dignidad y a mostrar su rechazo a las instituciones supranacionalistas, monstruosa incubación del informe y tiránico gobierno mundial.

Ese capitalismo depredador en el que se basan debe ser desmantelado; las asociaciones y fundaciones globalistas han de ser prohibidas por ir contra la seguridad nacional; esos viejos avariciosos han de ser juzgados por crímenes contra la Humanidad.

David Rockefeller, que presumía de su influencia globalista, no era más que un canalla. De su muerte, sentimos que no se haya producido antes, mucho antes.

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