Miguel Sempere
Hubo investidura y una serie de personajes del PP cobran a fin de mes como Gobierno, pero no lo hay. El PP no puede gobernar con Ciudadanos porque son algo peor que enemigos, son competidores. Cospedal cerró el 18 Congreso del PP diciendo que su objetivo era acabar con Ciudadanos; es decir, volver a unir todo el voto del centroderecha. Ciudadanos es un partido endeble, de circunstancias, que se desangra en el ámbito local, en el que las defecciones son continuas, que ha desaparecido de amplias territorios y que necesita tener protagonismo mediático y debilitar al PP. Si al PP le va bien, a Albert Rivera le irá mal.
De hecho, los resultados tanto del 20 D como del 26 J abocaban a un Gobierno tripartito de PSOE-Podemos y Ciudadanos, que boicoteó Pablo Iglesias sin que aún exista explicación lógica, salvo su obsesión por liderar toda la izquierda debilitando al PSOE. Salvo ese factor humano, ese Gobierno tenía una lógica por la identificación del enemigo común: el PP, y el objetivo de depurar la corrupción de ese partido.
Por muchas firmas y muchos documentos de 150 o de 1.500, el PP no puede gobernar con Ciudadanos y menos aún con el PSOE, donde Pedro Sánchez está llamando a las puertas arropado por la militancia levantisca. Solo Mariano Rajoy cree en una legislatura fallida que nació muerta. A Mariano le encanta ir a Bruselas y parecer el gobernante de la estabilidad, pero es mentira.
Lo que tenemos es un Gobierno de la oposición, como se ha visto en la cuestión de la estiba.