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Pedro J, el más mentiroso de la historia reciente

Redacción




Pedro J, un perdedor. /Foto: jotdown.es.
Pedro J, un perdedor. /Foto: jotdown.es.

Enrique de Diego

Pedro J, a cuyo digital se están dando de baja en masa los suscriptores, es un pálido reflejo de lo que fue; apenas le queda un eco mortecino de la influencia que tuvo, cuando perpetró una burda manipulación ocultista sobre la terrible masacre islamista del 11-M, que debió conllevar un gran debate nacional sobre la inmigración y el islamismo.

Pedro J nunca buscó la verdad, sino que se dedicó a hacer negocio y a eximir de responsabilidad por negligencia al equipo del PP en el Ministerio del Interior. Hoy cosecha el más absoluto descrédito por falsario. Con el acompañamiento de Federico Jiménez Losantos y el alucinado Luis del Pino, montó una estricta fabulación, acompañada de un clima de terror mediático para desacreditar a quien osara oponerse a sus interesados delirios.

En Pedro J afloran los aspectos más sórdidos de la condición humana, que han tomado carta de naturaleza en nuestra sociedad: la ambición sin escrúpulos morales, el endiosamiento fatuo, la mezquindad, el afán de protagonismo sin sustancia, el mercantilismo, el desprecio a las víctimas a la par que su mercantilización.

Ahora que está en el límite de ser un juguete roto, está pagando con su descrédito el abuso de poder de la influencia sobre gentes de buena fe, desconcertadas ante el tremendo drama del 11-M.

Muestra en su cutre biografía, como la mentira domina el mundo, como decía Jean François Revel, y de cómo el relativismo moral se ha convertido en el profundo consenso de una sociedad inmersa en una profunda crisis moral, con efectos políticos devastadores, precisada de una regeneración ética que pasa por la recuperación del periodismo como humilde búsqueda de la verdad.

Hoy, el falsario Pedro J, es un periodista acabado.