Enrique de Diego
Cuatro décadas de mal menor han producido un engendro político como Cristina Cifuentes, la musa satánica del totalitarismo LGTBI. En las cuestiones esenciales es intercambiable con intercambiable con Manuela Carmena o Rita Maestre. Es un indigente mental que nunca dice nada salvo las destructivas mentiras de la corrección política.
Se ha llegado al punto de que decir que “Los niños tienen pene” y “las niñas tienen vulva” es considerado ¡delito de odio! La verdad les resulta hiriente. E incluso se han incautado del autobús de hazteoír –todo mi elogio y mi apoyo a Ignacio Arsuaga y a sus gentes- sin resolución judicial, saltándose todos los procedimientos del Estado de Derecho, suplantando el fiscal al juez y ejerciendo la pobre Manuela Carmena de estricta inquisición.
Lo que está perpetrando Cristina Cifuentes en Madrid es de una gravedad extrema. Está acabando, ella que ha vendido su mezquina alma por la instalación en el poder, con la libertad, con el derecho de los padres a la educación de los hijos y con la civilización, enrareciendo el ambiente con la barbarie totalitaria. Pero a este personaje políticamente deleznable le han votado millones de personas que se consideran decente. Es mejor que gobierne Podemos, y haga el ridículo, que degradarse continuamente con un PP que en lo esencial es igual al PSOE, a Ciudadanos y Podemos, que participa del mismo consenso de la agenda Soros. Porque al hacerlo el PP desarma a la sociedad con capacidad de resistencia.
En Madrid, no hay ya libertad de cátedra, algo que reivindicó la Institución Libre de Enseñanza. En Madrid, no se ha dejado posibilidad de que haya educación católica, a pesar del silencio culpable de los obispos y de las amedrentadas instituciones católicas.
En Madrid se ha puesto en marcha un proceso de ingeniería social para que los niños madrileños sean homosexuales y las clases sean impartidas por homosexuales, designados por eso del colectivo LGTBI.
Cristina Cifuentes es incapaz de comprender su propia degradación moral. Ella es un papagayo que va por las televisiones sin decir nada y sin conciencia de su intrínseca maldad. Aún recuerdo cuando con infinito cinismo me dijo que “debíamos bajarnos de los coches oficiales, pero es tan agradable llegar al trabajo con los periódicos leídos”. Y por ese placer mezquino, esta mujer sin convicciones y sin principios, esta trepa compulsiva que entró en AP de la mano de Laureano López Rodó, está siendo capaz de extinguir a los madrileños promoviendo a un colectivo estéril cuyas imposiciones empiezan a ser estomagantes y se les van a volver en contra.
Utilizo con precisión el adjetivo satánico referido a Cristina Cifuentes –a la que lanzó mediáticamente Julio Ariza, en otra de sus infinitas torpezas- porque es una pobre mujer, que vive en la mentira y sólo vive, vacía, pura imagen apestosa, para el poder.
Hay que hundir al PP, hay que hacerle pagar caro estas brutales agresiones a la civilización y a la libertad.
Con @ccifuentes y el PP, los niños tienen vagina y las niñas, pene y Mariano Rajoy no tiene cojones.
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