AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Nos dijeron que era para siempre: La cloaca de Fontcalent Psiquiátrico Penitenciario

Redacción




Psiquiátrico Penitenciario Fontcalent, una cloaca. /Foto: política.elpais.com.
Psiquiátrico Penitenciario Fontcalent, una cloaca. /Foto: política.elpais.com.

Yrene Calais

¿Es el mal llamado Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Alicante un “centro idóneo”? No. En absoluto. Es una cloaca, llena de mierda y voy a decirles por qué. Hace mucho tiempo leí cosas terribles de Fontcalent Psiquiátrico, pero la realidad que ha tenido que vivir el hijo de una amiga mía muy próxima no se lo doy a pasar ni a mi peor enemigo. Sobrevivir en aquel ambiente sórdido, infame, en lo que lo han convertido en su mayoría los inmigrantes, que se han hecho con la ley de la cárcel y que la imponen, mientras los funcionarios, atemorizados, miran para otro lado.

Plazas de inmigrantes que cuestan al Estado español una media de 2.000 euros mensuales, más la correspondiente paga de excarcelación -18 meses- con la que luego se les premia.

El hijo de mi amiga tiene un Trastorno Límite de Personalidad, TLP, y a estos cafres de la Justicia penal, porque en la civil sí que se conoce a la perfección el TLP, no han dudado en meterlo con tratamiento de un criminal absoluto. La engañaron diciendo que buscarían centro idóneo, pero como los centros idóneos en la Comunidad Valenciana brillan por su ausencia. Y no existe centro alguno para tratar estas dolencias, a pesar de que nos llenemos la boca diciendo el magnífico sistema sanitario asistencial del que goza la Comunidad Valenciana.

Mi amiga, este año me contaba con lágrimas en los ojos que ha desembolsado a las arcas del Estado, en impuestos, plusvalías y demás latrocinios cerca de 90.000 euros, sin embargo, y a pesar de que ha venido contribuyendo con abultadas sumas de hasta el 55% de sus emolumentos salariales, ya que compaginaba varias actividades, y en esta sociedad está penada la ética del esfuerzo y el trabajo, no puede acudir a ningún centro idóneo como existe en otras comunidades, como Galicia, donde hay muchos monasterios que están empezando a desarrollar estas actividades con terapias ocupacionales, o como en el País Vasco, como en Portugal, y qué decir, en los demás países de la Unión Europea.

En España, existen algunos centros mal llamados conductuales, privados, como es el caso de Los Robles en la provincia de Burgos, donde ella llevó a su hijo, que no era más que un centro sórdido, donde expresidiarios y algún que otro que había conmutado la condena en dicho centro, hacían labores de cocineros, albañiles, etc., sin acudir para nada a los fines ocupacionales a los que hacían alusión en sus panfletos: no había talleres, no había profesores, solo psicofármacos y hamacas donde tener aparcados al personal sine die.

La verdad es que era penoso, cuanto menos lastimoso, cuando nos estamos llenando la boca con la defensa de los derechos humanos, con la asistencia a los pobres huérfanos que vienen de fuera y con todas las mentiras del sistema.

Primero, los españoles. Si no se hubieran gastado los políticos nuestro dinero en aeropuertos donde no circula ningún avión, y en cantidad de edificios que se tienen vacíos, hoy en día podríamos contar con centros ocupacionales para gentes con problemas de salud mental, porque es una población cada vez más creciente. Por el contrario, se les tiene con una orden de alejamiento absurda, porque ¿Quién los va a cuidar? Ellos acuden a sus familias, a pesar de que a veces tengan episodios de pérdida de los límites y de impulsividad excesiva.

Fontcalent Psiquiátrico Penitenciario no es el sitio idóneo. Fontcalent Psiquiátrico Penitenciario deja mucho que desear. El hijo de mi amiga es un buen chico, tiene buenos sentimientos a pesar de que los nervios le juegan malas pasadas. Pero todos los especialistas han dicho que tiene cura, que no es un enfermo crónico y la curación viene, en parte, por terapias ocupacionales y tratamiento psicológico para el control de las emociones.

La Justicia, por el contrario, se ha cebado con él. Todo por ocultar que no existe centro idóneo; que los políticos han robado el dinero, que no se ha invertido en las necesidades reales de la gente.

La experiencia de este chico en Fontcalent Psiquiátrico y que haya salido ileso demuestra que tiene una gran voluntad y, como pasa en muchos TLP, esconde una gran fuerza que si se recondujera bien sería muy interesante. De hecho este chico, a los trece años, le dieron un premio nacional de redacción por un cuento que escribió y todo el mundo quedó maravillado de lo que él llevaba dentro.

En Fontcalent Psiquiátrico corre la droga, según comentan fuentes solventes, de todo tipo, mientras los funcionarios miran para otro lado. Todo el mobiliario está roto y descuartizado, como si de una cárcel tercermundista se tratara. Es imposible estar en el cuarto de la televisión porque el griterío trepana los tímpanos. Al hijo de mi amiga, un musulmán, a los que nosotros alimentamos y encima cuidamos, le rompió las gafas, le quemó el libro que estaba leyendo, porque no existe ni una biblioteca, ni un profesor, ni un sacerdote y curiosamente fue el padre de este chico el que más hizo para que los capellanes penitenciarios cobraran.

Al hijo de mi amiga, lo han intentado matar dos veces, empujándolo por un hueco de la escalera que no tiene ninguna protección. Día sí, día no, se suicida gente. El último día que se iba, al abrir la puerta de la habitación contigua, un recluso se había colgado. Imagen que por emulación a este tipo de enfermos no les viene nada bien.

Lo que sí que han hecho es hipermedicarle, darle 19 pastillas diarias, todo lo que hay en el mercado, cuando un TLP no precisa medicación. Pero, claro, a las médicas las llevan de vacaciones gratuitas los laboratorios. Luego deshabituarlo es un problema en sí, que podría conllevar alteraciones de carácter. Le han robado sistemáticamente el peculio que su padre le ingresaba, aunque era escuálido, 20, 30 euros. Ha sufrido unas diarreas terroríficas, consecuencia de los psicofármacos, y no se han preocupado de tratarle médicamente. El yogur y el postre del día se lo robaban los matones, pandillas de inmigrantes, que han hecho de Foncalent un infierno.

Y, por último, los funcionarios, que son los peores, porque son desalmados, y algunos rayando ya en el sadismo, pegan, vejan e insultan, a él le dijeron, riéndose, “ah, tú eres el hijo de ese facha”. Y ahora me pregunto yo: ¿y qué hace el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria? ¿cómo consiente esta vergüenza sin hacer depuraciones, sin exigir responsabilidades? ¿O es que jueces y fiscales no paran por allí o cuando van se les pone un grupo de chicos majos tocando en una orquestina, como sucedía en los campos de exterminio nazis? ¿qué derechos humanos son esos? ¿dónde ha quedado la reinserción, de la que habla la Constitución? ¿Dónde está la falacia argumentativa de la reinserción? Porque en ese ambiente es imposible.

Sin embargo, nadie denuncia nada de esto. Jueces y magistrados de lo penal, puñeteros de los cojones, ya tienen bastante con bailar al son de la música que les tocan, que todo siga y que nada cambie, mientras ellos cobren a fin de mes.