Editorial
La preferencia nacional es un imperativo ético categórico que debe ser puesta en marcha ya. La preferencia nacional se resume en el lema: “Los españoles, primero”. Y eso es la estricta justicia y, además, la única línea de supervivencia de la sociedad española. Ha de ser el consenso básico nacional.
España es el fruto del esfuerzo colectivo de españoles autóctonos, el plebiscito de los siglos. Son los españoles autóctonos los que con su sacrificio, esfuerzo y trabajo han ido levantando España, construyendo sus infraestructuras, modelando su paisaje, levantando pueblos y ciudades. A ellos, y sólo a ellos, corresponde la protección de un Estado que ellos han construido.
No es una suposición que en la España actual ser extranjero tiene muchas más ventajas que ser español; no es una sospecha que ser inmigrante ilegal tiene muchas más ventajas que ser español; no es una maledicencia que muchos extranjeros viven en España, incluso siendo terroristas islámicos, sin trabajar a costa del esfuerzo del contribuyente, y que todo esto está hundiendo la economía y echando abajo el Estado de bienestar, con tanto esfuerzo levantado. Rambla Libre ha documentado fehacientemente que estamos ante una realidad injusta y penosa, en la que no existe la preferencia nacional, sino todo lo contrario.
Esto no tiene pies ni cabeza y pone en peligro la supervivencia de todos, la supervivencia de la sociedad. Cada vez la deuda pública es mayor, cada vez están más en peligro las pensiones, cada vez hay más recortes para los nacionales y cada vez hay más ayudas para los extranjeros. ¿A dónde conduce este desquicie, en el que los cuatros nefastos partidos de la casta están de acuerdo y hacen carreras para ser los más destructivos y canallas? A que, al final, el Estado quiebre; a la senda griega; a que no haya ayudas sociales ni pensiones para nadie y a que la Sanidad siga su deterioro actual y la educación y haya que cerrar hospitales y colegios.
La preferencia nacional, bandera del movimiento identitario en marcha, cuyas bases son cada vez más sólidas, es no sólo la senda más justa, sino la única posible. Toda la política económica y asistencial ha de basarse en el principio de “los españoles, primero”.