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Cincuenta años sin Edgar Neville

Redacción




Edgar Neville. /Foto: xn-espaaescultura-fnb.es
Edgar Neville. /Foto: xn-espaaescultura-fnb.es

Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.

«Nos damos la gran vida los que tenemos propensión a ello, los que gastamos todo lo que ganamos no en comprar valores ni en hacer negocios, sino en vivir como queremos». Edgar Neville.

Se conmemora el cincuenta aniversario de la muerte de Edgar Neville (1899-1967) . Fue uno de los escritores, dramaturgos y cineastas más destacados del siglo XX. Pese a ello algunos indocumentados y/o sectarios quieren evitar que su nombre ocupe espacios públicos en virtud –dicen– de la llamada ley de memoria histórica. El talento de Neville se encuentra muy por encima de la mediocridad de los santones de la corrección política.

Pese a la apariencia extranjera de su nombre, Edgar Neville nació en Madrid en 1899 en el seno de una familia aristocrática. Hombre vital por encima de todo, gran conversador y tertuliano, alternó sus estudios universitarios y su posterior carrera diplomática con los ambientes intelectuales de la época, no sólo en España sino Los Angeles, donde ejerció como cónsul.

Formó parte de «La otra Generación del 27», formada por jóvenes humoristas (Miguel Mihura, José López Rubio, Tono, Antonio Robles…) que compartían tertulias y experiencias vitales con los reconocidos como poetas o escritores .

Neville fue amigo y admirador de Federico García Lorca, mientras se consideraba discípulo de José Ortega y Gasset, seguidor de Ramón Gómez de la Serna y cultivador del teatro, la poesía, la novela, el cine y la pintura. Sin duda un gran humanista.

Fue durante su estancia en California cuando descubrió Hollywood y las versiones en español de sus películas para el mercado hispanohablante; Sin dudarlo comenzó a trabajar como dialoguista en estas versiones y entremedias se hizo buen amigo de Chaplin .

En Nueva York escribió su novela Don Clorato Potasa y aprendió a hacerse cosmopolita. Uno de sus grandes talentos personales.

El conde de Berlanga del Duero –tal era su título– gozaba de una posición económica desahogada. Heredó una notable fortuna, y contrajo matrimonio con Angeles Rubio- Arguelles, cuya madre Carlota Alessandri, era una rica propietaria.  Su relación personal dejó de funcionar pero Neville lo mantuvo pese a alternar numerosas frivolidades con mujeres brillantes como él. La mayor de todas la gran actriz Conchita Montes.

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El estallido de la guerra le aconseja salir de España a la que volvería en 1937. Trabajó como documentalista para el Departamento de Dionisio Ridruejo y filmó una notable película: Frente de Madrid sobre la vida dura del Madrid en guerra.

Edgar Neville también fue hábil a la hora de mantener un espacio privado de libertad en la sociedad difícil de la posguerra. Convivía con Conchita Montes sin estar separado de su esposa ni dejar de interesarse por otras pasiones más pasajeras, acudía a las tertulias madrileñas  Ella era la cabecera de cartel de sus obras de teatro , siempre ella con su elegancia, porte y distinción .

Sin dejar los artículos ni la escena el cine se convirtió pronto en una de sus tareas principales. Sus mejores películas se mantienen frescas y hoy son pieza de admiración para cinéfilos.

La torre de los siete jorobados, 1944 una de las principales obras de culto del cine español: Antonio Casal, uno de los actores del momento, gana en la ruleta gracias a la ayuda de un fantasma al que solamente él puede ver; enamorado de la hija del fantasma, se esfuerza en salvarla de la conspiración de una extraña secta de delincuentes que opera desde un entramado de laberintos situados bajo las calles de Madrid que parecen salidos de una película del expresionismo alemán

La vida en un hilo 1946  es la comedia por excelencia de su época. La sombra de Lubitsch planea claramente sobre esta historia delicada y suavemente irónica pero con un punto de interesante reflexión: Conchita Montes se lamenta, a la muerte de su marido, de lo insípida que fue su vida con él y echa la culpa al destino de no haberle dado la oportunidad de ser feliz. Sin embargo, una vidente con la que se encuentra le recuerda que ella una vez tuvo la ocasión de elegir entre dos hombres y dos tipos de vida y le muestra lo que hubiera sido su existencia en el caso de elegir a la otra persona. Es el cruce de trayectorias que hubiera encantado a Borges y a Julián Marías .

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Nada 1947 era la adaptación cinematográfica de una novela de la escritora Carmen Laforet, premio Nadal. En ella de nuevo la gran Conchita Montes encarna un complejo personaje femenino: una mujer se traslada a casa de sus tíos para estudiar en la universidad y poco a poco va adentrándose en el mundo de sus extraños familiares y descubriendo sus secretos. Un drama tan desconocido como fascinante y una de las mejores interpretaciones de su protagonista.

El último caballo, 1950 con Fernando Fernán Gomez, es la historia de un recluta que finalizado el servicio militar no encuentra donde cobijar a su caballo porque los vehículos de motor están dejando atrás a los de tracción animal.  De 1959 es El baile, de nuevo la inspiración de Lubitsch en este caso Una mujer para dos . Fue una de sus piezas de mayor éxito en la escena. En la película fue protagonizada por Conchita Montes, Alberto Closas y Rafael Alonso.

Y en 1960 Mi calle, llena de encanto, dibujo coral de los personajes y un desenlace que recuerda a Madrid de corte a checa de Agustín de Foxá .

Redescubrir a Edgar Neville es tomar contacto con la elegancia, la ironía, el talento y un estilo que nunca se ha ido del todo porque permanece en los corazones.

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/edgar-neville-la-biografa-de-un-bont-vivant-0/html/01dd1884-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html