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Marine Le Pen tiene que ganar y ganará

Redacción




Marine Le Pen paseando por Beirut.
Marine Le Pen paseando por Beirut.

Enrique de Diego

Apostamos en Rambla Libre por el Brexit, cuando nadie lo hizo y a todo el mundo le pilló por sorpresa, porque los ingleses no se iban a suicidar. Apostamos, desde el inicio, que ganaría Donald Trump, cuanto todos los demás decían que arrasaría Hillary, porque los norteamericanos no se iban a suicidar. Y ahora apostamos porque Marine Le Pen tiene que ganar y ganará, porque Francia se juega el ser o no ser como nación y como sociedad.

Marine Le Pen ha demostrado de qué pasta de coraje está hecha negándose a ponerse el velo de la sumisión en su visita al Líbano, ese velo al que se han sometido las nefandas feministas del gobierno sueco o con el que la presidenta del Congreso pareció la bruja piruja.

Apuesto sobre seguro. En las encuestas, trucadas por el sistema, Marine Le Pen no hace más que despegarse, mientras las liebres que lanza el sistema se paran y se desinflan. Primero fue Fillon. Luego, Macron, ese candidato de diseño de la asquerosa corrección política, presuntamente bisexual, para no ofender a nadie salvo a Francia a la que se ha apresurado a vilipendiar en la TV argelina, mostrándose como el hombre de Soros para islamizar Francia. El candidato de los degenerados y los antipatriotas, esos que tienden a esconderse tras la nauseabunda patraña del centro.

En muchos barrios de Francia, Francia no existe. Bobigny no es Francia, es una mezcla de Argelia y Nigeria que va camino de degenerar en Siria. Y frente a ese hundimiento de la nación la única solución es Marine Le Pen, y mucho más lejos el oportunista Fillon, que nada hizo cuando pudo, salvo estar con Sarkozy en el ataque a Libia y el asesinato de Gadafi, para entregar Libia a los integristas y a la guerra endémica.

Francia y Europa tienen un problema: la Unión Europea, con su supranacionalidad mundialista e islamizadora. Con todo el respeto que siento por el patriota Donald Trump, da la impresión de que Europa le importa poco y el viaje de su vicepresidente tranquilizando a esa casta degenerada de Bruselas que nos está hundiendo en el abismo de la guerra civil interna resulta desalentador. Porque nos están llevando hacia una guerra étnica y religiosa, con la bobada esa del multiculturalismo y el no hay fronteras y todos a vivir del cuento y a difundir el odio, porque estos globalistas no hacen más que difundir el odio contra nosotros, contra los que financiamos a la fuerza la invasión violenta.

Así que en Francia y en Marine Le Pen están la esperanza y la solución. Y desde aquí llamo a los miles de seguidores de Rambla Libre franceses a movilizarse el máximo posible. Nunca pensé que llegaría a desear ser francés, durante unas horas, para poder votar a Marine Le Pen.

Porque los españoles también nos jugamos mucho, con esta dictadura pacata de este Gobierno amorfo, que no es capaz ni de defender la frontera de Ceuta, y estos cuatro partidos de mierda que son uno solo, la tiranía perfecta, que nos han arruinado, que no tienen dinero para las pensiones, pero quieren traer más musulmanes y más subsaharianos a terminar de hundirnos y a crear problemas.

La Francia de Carlomagno y de Roland, de Santa Juana de Arco, de San Bernardo de Claraval, de Cluny, la Saint Chapelle y Nôtre Dame, de San Luis, de Francisco I, de Luis XIV, de Richelieu, de los vendeanos, los girondinos y los jacobinos, la de Molière, Chateaubriand, Tocqueville, Víctor Hugo, Balzac, Dumas, Daudet, Bernanos, Renan, de Maurras y Blum, la de Charles De Gaulle y André Malraux no merece perecer –para convertirse en una colonia de Argelia o en territorio del sanguinario califato- y no lo hará. Esa es la Francia que resurge en Marine Le Pen.