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Carta abierta a Ana Pardo de Vera

Redacción




Ana Pardo de Vera, directora de Público, inquisidora. /Foto: elplural.com.
Ana Pardo de Vera, directora de Público, inquisidora. /Foto: elplural.com.

 

Enrique de Diego

Voy a procurar evitar la ironía, porque careces del más mínimo sentido del humor. Si Alfredo Perdiguero le aconseja a Patricia López que abra la tapa de la caja de bombones antes de comérselos, no es para denunciarle a la Policía; le está diciendo que controle la ansiedad y la bulimia, no que le vaya a poner una bomba. Es obvio, que en situación similar, Perdiguero cubriría con su cuerpo a Patricia, aunque lo mejor sería que llamara a los artificieros y entre todos dieran cuenta de los bombones. Es tremenda la pulsión denunciadora que tenéis los de la nueva inquisición de la corrección política. Siempre estáis persiguiendo, y más en la medida en la que la podredumbre de vuestro mundo se está viniendo abajo día a día. Estáis instalados en la amargura de vivir y queréis destruir la civilización y amargar la vida a todos, pero ya vais perdiendo esa capacidad.

Según tú, no se puede criticar la evidente falta de estética que representa que los novios o pareja o amantes –término mucho más preciso- controlen un partido cuyo fiasco ya es manifiesto, porque ello dañaría tu sensibilidad de vestal feminista. “Montero no puede evolucionar internamente porque es la novia”. Esto de hacer una afirmación obvia para intentar darle la vuelta es una grosera manipulación. La frase real es: Montero evoluciona internamente porque es la novia. Por supuesto, que la estética hubiera debido llevar a que Pablo Iglesias y su jefa de gabinete hicieran público su enamoramiento y uno de los dos hubiera dado un paso atrás, porque si no parecen Evita y Juan Domingo Perón. La crítica no es solo a Irene Montero ni por ser mujer –rollera- también a Pablo Iglesias, por inconsistente y nepote. Es un hecho objetivo que la que pasa por el catre de Pablo asciende y la que sale de él, desciende, baja en el escalafón y pasa a la oposición, como Tania Sánchez. De Dina, de Estrasburgo, no sabemos nada. Es un hecho objetivo que Podemos funciona como el serrallo de Pablo Iglesias: tres parejas en un año y todas del harén podemita. No es cuestión de crítica a Irene Montero, por mujer, ni a Pablo Iglesias, por varón, pues aquí vale lo de los amantes de Teruel, tonta ella y tonto él. Coincidí con Podemos en que era impresentable que José María Aznar colocara a Ana Botella como alcaldesa de Madrid. Y si Podemos veía la paja en el ojo ajeno, ¿no es legítimo señalar la viga en sus ojitos de psicóloga?

Pero está lo del curriculum, que el de Irene Montero es tumbativo. Resaltas “el currículo de Montero, su trayectoria de activista en la PAH o en Podemos desde el principio”. Te has olvidado de la militancia en las Juventudes Comunistas. En suma, estamos ante una política profesional, una vieja prematura, que no ha ingresado un euro hasta colocarse en la política y escalar al tiempo que se liaba con el jefe, para que nos vamos a andar con rodeos, circunloquios y eufemismos. Bastante cutre y caciquil todo. Y por lo que hemos visto, no es Victoria Kent ni Clara Campoamor. Su tono no supera el nivel de una asamblea de Bachillerato. Y soy benigno.

En cuanto a Iñigo Errejón es pasado. El amigo ha sido laminado y con recochineo. Podemos ya tiene una foto clara y fija: una serie de profesores y alumnos trepas de esas facultades que no sirven para nada, que no tienen relación con empleo alguno, de las mal denominadas ciencias sociales (nadie necesita un sociólogo o un politólogo como se precisa un fontanero o un electricista), que se están colocando en el Presupuesto en nombre de una gente a la que llevarían a la hambruna. Dejo al margen la cantidad de royalties que debería pagarme el indigente mental de Pablo Iglesias por copiarme, sin citar, todo el discurso sobre la casta (mi libro “Casta parasitaria”, 2008).

En conclusión: lo de Pablo Iglesias e Irene Montero es impresentable; peronismo de andar por casa.

Y tú, Ana Pardo de Vera, controla tus histerias inquisitoriales y no hagas tanto el panoli y el ridículo en el papel de chivatilla. Mientras haya en España policías profesionales y patriotas, como Alfredo Perdiguero, Patricia López puede hartarse, tranquila, de bombones. Otra cosa es que deba. Allá ella y su lucha con la báscula.