Enrique de Diego
Alfredo Urdaci es un lacayo del sistema con trienios. Fue usado en el celestineo entre el preparado Felipe de Borbón y la plebeya Letizia Ortiz. Es un periodista acabado y con la lengua ya muy deteriorada de tanta mierda como ha tenido que tragar y largar. Ahora vive, como siempre del Presupuesto, pero a través de la Iglesia católica (un motivo más para no poner ni la crucecita ni dar un euro). No es extraño que arremeta contra un hombre límpido que ha luchado y lucha contra la corrupción como Miguel Bernad. Si a uno le meten injustamente en la cárcel, alguien decente debería defender al secretario general de Manos Limpias, pero hace tiempo que el orondo Urdaci tiene miopía hacia la decencia, suele proyectarse. No ofende quien quiere, sino quien puede y Urdaci está ya tan desacreditado que produce pena.