Miguel Sempere
Esta vaga, amorfa pero al tiempo intensa sensación de tiranía que expande la política española tiene sólido fundamento. En realidad, a los cuatro partidos hay más cosas que les unen de las que les separan. Hay muchos temas en los que todos piensan lo mismo. Todos, por ejemplo, son partidarios de la inmigración invasiva; todos compiten en situar a los extranjeros por encima de los españoles.
Los cuatro partidos coinciden en toda la agenda de la corrección política. Todos se pliegan con pasión desbordada al supremacismo LGTBI y al del feminismo lésbico. Todos son partidarios de la cultura de la muerte y de la destrucción de la familia. El PP suele ser el que lo hace de manera más letal, aunque más lentamente, corrompiendo a su electorado hooligan. En este Congreso, en el que pesebre va a llevar a la adhesión inquebrantable a Rajoy, que tiene a la nación en quiebra y fragmentación, pero qué más da, el PP va a avanzar hacia la eutanasia y la maternidad subrogada, dos ataques directas a las bases morales de la civilización.
Los cuatro partidos coinciden en mantener todo el insostenible aparataje político de las autonomías, las diputaciones y los ayuntamientos. Y todos coinciden en la agenda globalista, empezando por el respaldo a una Unión Europea que hace tiempo va sin rumbo. Y todos coinciden en, mientras todo se resquebraja, cobrar a fin de mes. Hay un solo partido con cuatro marcas. No hay debate. No hay ideas, solo intereses.