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El yerno a la Policía: “No maté a mi suegra”

Redacción




Miguel Ángel López, despliegue policial de teleserie. /Foto: elonfidencial.com.
Miguel Ángel López, despliegue policial de teleserie. /Foto: elonfidencial.com.

Josep Sansano

Más de un medio de comunicación puede haber vulnerado la presunción de inocencia mucho más allá de lo admisible y la Policía de Alicante puede haber armado demasiado circo mediático. Miguel Ángel López, el yerno de la asesinada María del Carmen Martínez, fue rotundo en su brevísima declaración a la Policía: “No maté a mi suegra”. No hubo interrogatorio: diez minutos.

Hay un relato de Agatha Christie tipo Miss Marple: una familia con graves problemas, en la que la matriarca, de convicciones religiosas pero de carácter agrio, estaba empeñada en primar al hijo varón y minusvalorar a sus tres hijas y, por ende, a sus nietos.

La asesinada, contra el criterio establecido en la herencia dejada por su marido, Vicente Sala, no sólo había utilizado la acción de oro, con derecho a veto, para poner al frente de las empresas, en solitario, a su hijo varón, sino que quería transferirle esa acción de oro, con carácter vitalicio y hereditario. Algo que Vicente Sala no había contemplado.

Sin que sepamos bien las razones, la asesinada estaba enfrentando a unos con otros, en la fortaleza donde vivían todos, con apariencia de familia avenida, pero con un inmenso mar de fondo. La asesinada no llevaba razón en sus pretensiones y así se había indicado en su contra en el Registro Mercantil. El concesionario Novocar, del que era administrador Miguel Ángel López, tenía pérdidas, del orden de 3,2 millones de euros en los dos últimos años, pero muchos concesionarios las tienen. Estamos en crisis y no en recuperación.

Se ha vertido mucha, quizás demasiada literatura barata: que si la matriarca tenía cita con el notario y eso había sido el detonante; aunque ahora ya no es un notario, sino una persona de confianza que la iba a asesorar.

Da la impresión que la Comisaría de Alicante en su afán de hacerlo bien en un caso mediático ha montado una teleserie. Pero hay algunas cuestiones insalvables. Eso de la coartada: Miguel Ángel López estaba en casa, con testigos, en el momento del asesinato. Le llamaron para informarle. Habría que hacer el recorrido de ir y venir a ver si cuadra. Dentro del relato de la teleserie (se podía haber actuado con más discreción y no con seis motos de escolta en los registros y cortando calles) está que Miguel Ángel López tiene licencia de armas y practica tiro olímpico, pero lo cierto y verdad es que el arma no se ha encontrado.

Toda la familia, las tres hijas, una de ellas divorciada, cierra filas con Miguel Ángel López. Creen y defienden a pies juntillas en su inocencia.

Es lamentable el nivel de degradación mediática alcanzada en España. En el programa de la partidaria de la violencia de género selectiva, Ana Rosa Quintana se ha dado al yerno por directamente culpable, El Mundo ha hecho soberanamente el ridículo, en 13 TV se le ha definido enfáticamente como un psicópata y, si hubiera pena de muerte, esta plaga de los tertulianos ya le hubiera frito en la silla eléctrica.