Miguel Sempere
La estrategia judicial del Gobierno de la nación no está funcionando. Todo lo que ha sido ensañamiento con los patriotas se torna debilidad ante los separatistas. Artur Mas, acompañado en el banquillo, por sus consejeras Joana Ortega e Irene Rigau ha convertido su juicio en un circo y en una tomadura de pelo.
El juicio ha degenerado en un acto de propaganda del separatismo, que una hora antes de las 09 horas había convocado a sus huestes a que acompañaran a los tres comparecientes como héroes.
En sus declaraciones, respondiendo solo a preguntas de sus defensas, Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau han coincidido en una especie de Fuenteovejuna difuminando la responsabilidad en los “voluntarios”, de modo que “la ejecución quedó en manos de los voluntarios”. Artur Mas ha calificado de “resolución imprecisa” la del Tribunal Constitucional y se ha preguntado que si era un delito, “¿por qué no se hizo nada?”.
Mariano Rajoy está entrando en el terreno del ridículo en cuestión de la máxima gravedad. Escudarse detrás de la Fiscalía no está resultando.