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El rey de Bárbara Rey (4): El autor intelectual del caso Noos y el extraño accidente de Sandra

Redacción




Iñaki Urdangarín, Juan Carlos y Cristina de Borbón y Corinna. /Foto: mil21.es.
Iñaki Urdangarín, Juan Carlos y Cristina de Borbón y Corinna. /Foto: mil21.es.

Enrique de Diego

Para finales de marzo se espera la sentencia sobre el caso Nòos. Es probable que Iñaki Urdangarín tenga que pagar por sus actos: el montaje de uno de esos chiringuitos dedicados a vender humo y a llevarse millones de euros del contribuyente. Y también es probable que el peso de la Justicia recaiga sobre Cristina de Borbón, quien no se enteraba de nada porque confiaba plenamente en su esposo. Pero quien no se habrá sentado ni recibirá sentencia será el autor intelectual del Instituto Nòos, Juan Carlos de Borbón.

El 29 de enero de 2004, Iñaki Urdangarín y su segundo, Diego Torres asistieron a una reunión en el Palacio de la Zarzuela con Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, y Francisco Camps, presidente de la Generalitat. La reunión ha sido revelada por Diego Torres con correos electrónicos y fotografías, que fueron entregados al juez Castro. A la reunión, en la que se trató de un evento, Valencia Summit, y de la capital del Turia como sede de los Juegos Europeos, Urdangarín y Diego Torres viajaron desde Barcelona. En el aeropuerto de Barajas les esperaba un coche de la Casa Real. El que tuviera lugar en Zarzuela la reunión se debió a que Nòos no tenía infraestructura en Madrid, pero cualquiera puede entender que la capital de España tiene decenas de miles de lugares para mantener una reunión de negocios.

En realidad, tuvo lugar en Zarzuela porque, como informan fuentes solventes, era la sede central del Instituto Nòos y los contactos habían sido establecidos por el que, durante cuarenta años, sus notorias faltas de educación han sido comúnmente alabadas como muestras de naturalidad, “el campechano”. Javier García Revenga, secretario de la infanta Elena, nunca hubiera sido tesorero de Nòos sin la aprobación de Juan Carlos de Borbón.

Es asombroso que siendo la del Borbón una de las mayores fortunas de Europa no fuera capaz de dedicar una pequeña parte a dotar al matrimonio Iñaki Urdangarín y Cristina de Borbón de un patrimonio decente, porque el balonmano no da, obviamente, lo que el fútbol. El Borbón tiene merecida fama de avaro y de racano (hasta que llegó Corinna)”.

Es muy ilustrativo lo que escribió Yrene Calais en Rambla Libre, el 25 de julio de 2016: “Al no estar dotado de una gran inteligencia, ha necesitado siempre la lisonja de actrices, presentadoras, princesas; todas ellas mujeres muy caras y en las que ha invertido ingentes cantidades de dinero para comprar el silencio de las mismas. La última, y más sonada, ha sido Corinna zu Sayn-Wittgenstein, una princesa consorte, metida en el rancio abolengo con calzador; eso sí, con un gusto desaforado por el lujo, incluso algunos dicen que Juan Carlos le ha regalado joyas que pertenecieron a Victoria Eugenia, como la perla Peregrina. Nada le satisfacía. Corinna se ha llevado 30 millones de euros en comisiones de negocios ‘nacionales, como intermediaria”.

Al otro lado, sus hijas, Cristina y Elena, ocupando el papel de las cenicientas reales. A qué me refiero. A un padre cicatero que ha sido incapaz de situarlas dignamente, según el rango que ellas merecen. Nunca se ha visto que les haya regalado una casa. Nunca se las ha visto en una posición desahogada. A la infanta Elena la coloca en Mapfre, con cargo al Presupuesto, eso sí. Y a la infanta Cristina en la Fundación La Caixa, con un sueldo ramplón y mirando hacia otro lado ante los gastos y necesidades que tiene una princesa. Buena parte del asunto Urdangarín ha sido soslayada, no sé bajo qué acuerdo económico, porque Iñaki no ha querido hacer sangre a la monarquía, pero estoy convencida de que partió del rey, acostumbrado ya a estas técnicas sablistas, el lanzar a su yerno, de plaza en plaza, a mendicar en las corruptas autonomías.Tú no te preocupes, Iñaki, que yo voy delante de ti llamando para que se te reciba y sacáis para unos cuantos palacetes’. Juan Carlos ha llevado a la ruina a su propia familia. Los ha llevado al exilio; los ha sometido al oprobio, mientras su adorada Corinna se pasea por Niza y Montecarlo, rodeada de lujo. Es injusto que un padre no sepa estar a la altura de las circunstancias, por poco que le gustara el matrimonio de Cristina con Iñaki, un jugador de balonmano”.

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Fue, en efecto, Juan Carlos de Borbón el que hizo las gestiones de los contactos, el que, al tiempo que corrompía a su yerno, Iñaki Urdangarín, le abría las puertas. Ya he contado como Eduardo Zaplana atendió el pedido de Zarzuela y le puso un programa de gastronomía en Canal 9 a la despechada Bárbara Rey. También la extinta Caja de Ahorros del Mediterráneo le puso un barco a Felipe VI, que se hundió –como la Caja- en aguas del Mediterráneo. Lo de montárselo gratis con cargo al contribuyente es un instinto en el Borbón. Así que ese fue su consejo a su yerno: hacer una fortuna con cargo al erario público.

Desde 1975, no se habla con Sofía, aunque es una muestra del poder de las mentiras de los medios que sólo hasta hace muy poco haya llegado al público esta situación, y durante cuatro décadas han sido vendidos como un matrimonio unido y una familia ejemplar. Desde hace unos años, apenas se habla con los hijos. Y nunca se ha preocupado por los nietos. Tiene un miedo pavoroso a la muerte, como todos, pero mucho más, como a veces sucede con los poderosos. En los últimos años, consideró a su auténtica familia a Corinna y a su hijo, lo que levantó rumores de que fuera suyo, pues al menos tiene dos posibles hijos naturales, Ingrid Sartiau y Albert Sola, aunque la Justicia no ha permitido la prueba de paternidad.

Como dice Yrene Calais, el promiscuo Juan Carlos de Borbón, ha tenido predilección por las actrices. Durante tiempo, TVE ha sido su serrallo. No se ha triunfado en la televisión pública sin pasar por el catre del ciervo borbónico, pues siendo Zarzuela casi colindante, su berrea se oía con facilidad en Prado del Rey.

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Andrew Morton en su libro Ladies of Spain pasa revista a los trofeos –Raffaela Carrá, entre ellos- del fauno borbónico. Dos han tenido una vida desventurada; ambas actrices triunfantes del fenómeno episódico del “destape”. Nadiuska –hija de madre polaca y padre, ruso- fue la reina de ese subgénero y pasó por las fauces del libidinoso Borbón. A finales de los 90, empezó a padecer graves problemas económicos y a caer en la indigencia. El multimillonario Borbón no se preocupó lo más mínimo de ella. Nadiuska empezó a padecer trastornos mentales. Ingresada en el Hospital Psiquiátrico Alonso Vega se le diagnosticó esquizofrenia. Dada de alta, se hundió de nuevo en la indigencia, callejeando y durmiendo al raso en Madrid y Guadalajara. Actualmente, está ingresada como paciente en Ciempozuelos en el Centro asistencial “Benito Menni”, dirigido por las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.

sandra

Más trágica es la historia de otra de las amantes de Juan Carlos: Sandra Mozarowsky. Hija de un diplomático ruso, compaginó su fulgurante carrera de actriz del destape con el club de alterne de la Calle Oriente propiedad de Paco Martínez Soria. A los 18 años quedó embarazada, se supuso que de Juan Carlos, quien entonces tenía 39 años. Sandra hizo unas declaraciones contra el aborto: quería tener al niño. Cayó desde el balcón de su casa de la calle Barquillo, y tras 18 días en coma, murió el 14 de septiembre de 1977. La hermana de Sandra siempre ha sostenido que fue asesinada. El mismo hecho de que resulte verosímil que fuera “eliminada” muestra la baja catadura moral del campechano.

La verdad es que Juan Carlos de Borbón no se parece al rey Midas (el oro se lo queda para él llevando a su hija Cristina a la ruina y al desastre). En su caso, todo lo que toca lo convierte en mierda.