Enrique de Diego
Donald Trump es un patriota. Podría haber pasado el resto de sus días y por varias generaciones disfrutando de su fortuna, pero ha dado el gran paso al frente al ver que su Patria y su civilización se están desmoronando. Ha sido un discurso de un patriotismo de mucho calado. El patriotismo es una virtud cívica fundamental para la maduración de las personas y para el progreso y la supervivencia de los pueblos.
Donald Trump abre camino y España terminará caminando por esa senda. Una nación es un plebiscito de los siglos, que nadie tiene legitimidad para destruir. Una nación es una comunidad, una fraternidad, no puede ser multicultural, ha de tener una narrativa común, unos lazos comunes, de forma que las alegrías y los sufrimientos son comunes.
Los españoles se están dejando pisar, vejar, hundir, expoliar, llevar a la ruina y al hambre, porque no hay suficiente patriotismo, porque no hay suficientes patriotas. Pero los habrá. Como los ha habido siempre que España los ha necesitado.
Basta ya de supranacionalidades. No somos europeos ni afroasiáticos. ¡Somos españoles!
Donald Trump no va a fallar. Es un hombre de palabra y de coraje. Es un patriota. Y los patriotas sirven a ideales más altos, sirven a los suyos no se sirven de ellos. Trump ha ganado, con el pueblo contra el establishment, y no va a ceder. Impresionante y emocionante esa comunicación directa, llena de emociones y de racionalidad. Vuelven las patrias que nunca debieron irse.
Magnífica la propuesta de Trump de declarar el Día Nacional del Patriotismo.
Un Estado aconfesional no deja fuera a Dios, porque sin Dios la vida no tiene sentido y los pueblos no son nada. No deja fuera la religión, la de verdad, la de la oración, no la de la crucecita, Cope y 13 TV.
Dios guarde a América.
Dios guarde a España.
Este es un día de júbilo. Aleluya.