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Federico Trillo, la historia de una gran mentira: Me voy, no me echan

Redacción




Nacho, de Mecano, Julieta de Micheo y Federico Trillo, en la Embajada. /Foto: estrelladigital.es.
Nacho, de Mecano, Julieta de Micheo y Federico Trillo, en la Embajada. /Foto: estrelladigital.es.

Yrene Calais

Siempre le ha quedado a este fatuo esa soberbia malsana que ha terminado por hundirlo. Esto no es más que un pataleo de un crio maleducado. Usted se va Sr. Trillo porque lo iban a echar. Se va porque nadie en la Embajada soportaba a este advenedizo de barniz diplomático, pero más basto que un bocadillo de garbanzos y es que usted no es más que un patán. Y quod natura non da, la Embajada de Londres non presta, ni Shakespeare in Giulieta, ni todas esas estratagemas con las que ha querido manipular al común de los mortales, que lo creían a pies juntillas.

La corte de periodistas, cuyos estómagos estaban bien saciados por un primer plato de michirones, seguido de un arroz negro o a banda, con buen pescado de roca, como usted hacía notar dándoselas de cocinero de master chef, se le ha vuelto en contra. Ahora todos están de acuerdo que nunca debió aceptar la Embajada, en que era un embajador indigno. Y no me niegue que ha tenido más de un problema con el personal de carrera, y cuya extracción y procedencia era bastante más sofisticada que la suya y a los que usted, Federico, dejó relegados en un segundo puesto, casi privándoles de sus competencias que fueron traspasadas, en su mayoría, a la bella e inevitable Giulieta de Micheo, quizás porque ambos compartían ese amor por los michirones.

La historia de una numeraria del Opus Dei que cuando lo veía asomar por la puerta del ascensor del Ministerio de Defensa acudía rauda al tocador a pintarse los morritos parece más bien la relación de Lutero con Catalina de Bora, lo que levantó muchos comentarios al respecto. No creo que al santo Escrivá de Balaguer le gustara esta relación, porque como él recordaba, entre santa y santo, pared de cal y canto. No sé si la tal Giulieta seguirá en tan insigne organización católica o la habrá abandonado por una ascendente carrera política, en la que usted la ha situado, pero eso son cosas que allá su conciencia. Si su esposa lo ve bien, yo también. Usted que daba conferencias, en la casa de retiros del Opus Dei de Villaviciosa de Odón, donde por otro lado se le ponía como un ejemplo de progresión social, de ética y de paradigma moral, de normas de prudencia en la relación con la secretaria. Parece ser que esas normas eran para los demás, no para su regia persona, acostumbrada ya a palacios y monarquías…

Y es que no me va a negar que su gestión al frente de la Embajada ha sido nefasta. Sólo ha procurado sus intereses: conocer a Emma Thompson, llevar a Nacho, el de Mecano, personajes rampleros, a recepciones sólo para los titiriteros del mundo del celuloide, y saciar así la curiosidad de lo que habían visto en las revistas. Los teléfonos de la Embajada siempre estaban indispuestos para los miles de españoles que allí viven. Y si no, pregunten y sondeen, como hacen los de Telefónica, que valoración les darían del 1 al 9. Por mi parte, les puedo decir que estuve cuatro meses llamando insistentemente a la Embajada, mandando correos electrónicos, y nadie respondió. Usted ya se ha procurado, durante todo este tiempo, relaciones, cacerías con los duques de Kent y, por supuesto, negocios y finanzas expansivas para su patrimonio. Ala, ahora, a conducir el utilitario con los pantalones de pana azul clarito y la chaqueta de dandy, con esa cara que se le ha puesto de Dorian Gray, al que ya no le cabe más mierda. Y ahora no me venga diciendo que tenía las maletas hechas para volver al Consejo de Estado, a Yrene Calais, no, digáselo a los tontos. Usted aspiraba, si las cosas salían medio bien, a quedarse cuatro años más allí, hasta que terminara de financiar el cotage y el apartamento en Londres, que según malas lenguas y fuentes han venido a ponerme en conocimiento, ha adquirido, ya sea vía personal, parental o por testaferros. No me cuente historias de que usted no ha cobrado mordidas por presentar, por allanar contactos con empresarios españoles en la City, porque eso está en el ambiente y todo, algún día, se va a saber. Y entonces le puede pasar como a Bárcenas, que pierda hasta el último limón argentino.

Su sueño dorado, si no salía la prórroga de Londres, era chantajear al pobre de Rajoy, que está últimamente débil, y adquirir el destino de Estados Unidos, Alemania o Suecia, por ese orden. Sin embargo, le vaticino a usted que, si no es humilde y rectifica, va a estar una buena temporada sacándole brillo a los pasillos de la cárcel, pero siempre le quedará el consuelo de que su amantísima esposa María José Molinuevo, cuya ambición no tiene límites, le lleve bocadillos de tortilla de patatas y una fiambrerica de michirones de segundo. Esta vida es una lección de humildad para todos y usted ha empezado a estudiar la primera lección.

La condición del Yak-42 va a tocar a muchos: Federico ya está hundido; Bono no tardará en ser un escándalo nacional y que lleve cuidado María Dolores de Cospedal con el hombre que sabía demasiado porque puede intentar volverse contra su acusadora.