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2010: El año en que estuvimos a punto de acabar con el sistema (1)

Redacción




Campaña de Josep Anglada. /Foto: ramblalibre.com.
Campaña de Josep Anglada. /Foto: ramblalibre.com.

Enrique de Diego

El sistema no es tan fuerte como parece, nunca lo ha sido. Se aprovecha también de las debilidades de los demás. El año 2010 estuvimos a punto de acabar con el sistema. Fue un año en que se produjeron algunos prodigios y un cúmulo de fragilidades merced al factor humano pero el sistema tembló y durante una hora estuvo muerto. Esta es la historia.

Ha pasado mucha agua bajo los puentes y hoy Josep Anglada es un árbol caído del que no quiero hacer leña. En aquel año Anglada era una esperanza y había conseguido logros memorables. Plataforma por Cataluña, partido que este exmilitante de Fuerza Nueva que había ido en la lista en al Parlamento Europeo de la Agrupación de Ruiz Mateos, era, con cuatro concejales, la segunda formación en Vich, el viejo corazón de la Cataluña carlista ahora degenerado en feudo separatista.

Había presentado una moción en el Ayuntamiento contra la inmigración ilegal que salió adelante y produjo un fuerte revuelo nacional. Salía semanalmente en un programa televisivo de debate en el ámbito catalán. Había roto la conjura de silencio. Y en tal calidad fue invitado al programa “El gato al agua” de Intereconomía para una corta intervención de diez minutos.

Aquello, obviamente, le puso extraordinariamente nervioso al lacayo de estricta observancia que es Antonio Jiménez, quien mantuvo el resto del programa a Josep Anglada sin hablar -aunque éste con buen criterio intentaba hacerlo para ganar popularidad- porque representaba un serio peligro para los intereses del PP.

Entre los contertulios estaba yo y ahí conocí a Anglada. Nos intercambiamos teléfonos. Estaban en el horizonte las elecciones catalanas de 2010. Vi de inmediato que si Plataforma por Cataluña conseguía entrar en el Parlamento catalán iba a ser un terremoto. Cataluña aparecía como el territorio más dominado por la corrección política y proyectándose en la huida hacia delante de la secesión.

Si tres diputados de Plataforma por Cataluña entraban en el Parlamento catalán se cambiaría por completo el debate del imaginario y suicida de la secesión al real y salvador de la islamización. Y eso sería también un terremoto nacional que daría vuelo al surgimiento de un gran movimiento identitario, que sería impulsado por el propio sistema entrando en convulsión con una previsible etapa de histeria mediática que resquebrajaría la tiranía del pensamiento único.

Decidí implicarme y apoyar el máximo posible a Josep Anglada y a Plataforma por Cataluña en un horizonte tan sugestivo. Fue una aventura en la que estuve a punto de tocar la gloria: durante una hora del recuento esos tres diputados existieron y el sistema tembló como nunca…No fue posible por un cúmulo de pequeñas mezquindades.