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Subvencionamos al enemigo

Redacción




Invasión subvencionada. /Foto: elconfidencial.com.
Invasión subvencionada. /Foto: elconfidencial.com.

Miguel Sempere

La conversación se inicia con la custodia compartida. Divorciado, tiene tres horas cada quince días para ver a su hija de meses, a la que mira con arrobamiento, y a la que su madre –la abuela de la criatura- suministra amorosa el biberón. Doce horas de viaje para esas tres horas de afecto.

Muestro mi simpatía hacia la custodia compartida. Ya está bien de esa guerra de sexos a la que se conducido a la sociedad con esa tiranía de la absurda ideología de género.

La historia se complica. La madre es una joven marroquí que simuló un comportamiento delicado y exquisito hasta que tuvo a la niña, momento en el que emergió el fanatismo islámico. Antes, había incluso sumisión excesiva y muestras de aparente cariño.

Antes de la boda, habían viajado a Tánger para conocer a la familia de ella. No se trató de una relación improvisada. La joven marroquí es políglota y con estudios superiores.

Ha practicado la taqiya, la simulación, porque engañar al infiel es una virtud musulmana, pues los infieles son bestias, nada más nacer la niña, puso bajo su almohada El Corán, y a los tres meses quiso ponerla el velo. La tuvo sin salir de casa para evitar el mal de ojo. No es la única superstición que se manifestó. No se podía comer casi nada y silbar era llamar al diablo.

Claramente, la joven marroquí quería aprovecharse. Había pretendido volverse a Marruecos con la niña, solicitando 900 euros para manutención y teniendo una hija con nacionalidad española.

Le había dicho a él que a España no se viene a trabajar, si no a aprovecharse del sistema. Y el utilizado había sido mi interlocutor, cuya vida va a girar en torno a la hija surgida de una relación tramposa.

Se ha islamizado España con una gran frivolidad y con dosis supinas de estupidez. Aunque la responsabilidad es altísima en la izquierda, con la bobaliconeria de Zapatero, hay aún más responsabilidad en el PP, pues fue la negligencia y la inacción de Aznar y Rajoy lo que disparó la emigración islámica, cada vez más integrista y parasitaria. Hace dos años, según el propio Ministerio de Trabajo, el 49% de los varones marroquíes llevaban más de un año en paro y cobraban subsidios. No aportan nada a la economía española, sino que succionan ayudas públicas. Esto es absurdo. No se ha hecho nunca en la historia de la humanidad. Es subvencionar al enemigo.

El enemigo no es árabe o marroquí, no es por la raza ni por la nacionalidad. El enemigo es musulmán. Y en nada cambia el que los bienpensantes y los acomplejados nieguen esa evidencia. Ese Corán puesto bajo la almohada de la niña, establece y propugna que su padre debe ser exterminado.

Les dicen que los infieles son infrahumanos que pueden y deben ser engañados. Y les refuerza que, en efecto, nos dejamos engañar. Es una lucha necesaria y urgente contra la xenofobia, pues los musulmanes son ultraxenófobos y encima lo son contra quienes les acogen.

Donde son mayoría, asesinan o expolian a los cristianos. Esto es un peligro grave que debe ser atajado. Por de pronto: ni un euro del contribuyente español ni a los islamistas ni al islamismo. Eso ya.