Enrique de Diego
Las onegés actúan como mafias interiores camufladas de humanitarismo; son auténticos caballos de Troya dedicados al tráfico humano, en simbiosis con las mafias de la inmigración.
Los misioneros católicos van a zonas de misión. Buscan evangelizar y mejorar la vida de la gente mediante la educación.
Las onegés han convertido la inmigración en su negocio. Acarrean a gente hacia Europa, ganando elevados sueldos. Se dedican a promover una inmigración invasiva, al tiempo que hablan en nombre de los pobres del mundo, para chantajear a los gobiernos a fin de que les den subvenciones.
Para ello, tienen una auténtica flota en el Mediterráneo. Muchas de ellas son financiadas por la Open Society de George Soros y se dedican a crear un ambiente contrario a los movimientos identitarios. Médicos Sin Fronteras, por ejemplo, lleva en su mismo nombre esa concepción de demolición de las Patrias. Greenpeace está financiada por Arabia Saudí. Una onegé fue la que llevó a Lampedusa al asesino del mercadillo navideño de Berlín.
Aprovechando las navidades, suelen anunciarse reclamando donativos para engañar a los incautos. Ni un euro a las onegés. Están poniendo las bases de futuros conflictos, como sectas laicas destructivas. Es preciso avisar a familiares y amigos bienintencionados: cada euro a una onegé es una piedra contra el propio tejado, contra el edificio de las libertades y la civilización.