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Vladimir Putin, el liderazgo fuerte, hombre del año

Redacción




Vladimir Putin. /Foto: konzapata.com.
Vladimir Putin. /Foto: konzapata.com.

Enrique de Diego

La redacción de Rambla Libre ha elegido a Vladimir Putin como hombre del año. Sus méritos son manifiestos. Ha devuelto a Rusia al rango de primera potencia mundial, con una defensa firme de su identidad relacionada con el cristianismo.

Tanto en la crisis de Crimea, una península históricamente rusa sin ninguna duda, como en Siria, Vladimir Putin ha exhibido un liderazgo fuerte. Ha demostrado tener los nervios templados y las ideas claras, de forma que su conflicto con Turquía ha terminado situando a esa nación desnortada como su aliado, en relación con los intereses del gaseoducto. Magnífica su reacción a la estúpida postura de Barack Husein Obama de expulsar a diplomáticos rusos; él ha invitado a los norteamericanos a la fiesta de Navidad en el Kremlin. Y se dispone a esperar la toma de posesión de Donald Trump.

Este hombre de origen humilde ha sabido subir desde la nada. Hijo de un oficial de la Marina soviética y de una madre trabajadora en una fábrica, sus dos hermanos murieron. Licenciado en Derecho por la Universidad de Leningrado, ingresó en la KGB. Desde el año 2000, cuando dimitió Boris Yeltsyn, ha dominado la política rusa, siempre con un amplio respaldo ciudadano, que hoy en día se sitúa en una popularidad del 88%. En el año 2000, ganó las elecciones con el 52,94%, en marzo de 2004, con el 71,31%, en marzo de 2012, el 63,60%.

Putin ha alejado a Rusia de la corrección política y de las pulsiones degeneradas de Occidente. Sometido por ello a sanciones económicas, los rusos se sienten identificados con su sentido de dignidad recuperada, con su patriotismo e incluso con su belicismo: el 9 de agosto de 1999 desplegó lo que se conoce como la segunda guerra chechena.

En abril de 2015, a pedido de la jerarquía ortodoxa horrorizada con el genocidio de los cristianos y con la manipulación internacional de la crisis, decidió intervenir en Siria en un momento en el que era previsible el desmoronamiento del régimen de Bashar al-Asad. Su intervención ha sido un completo éxito, como lo demuestra la toma de Alepo. Hizo cambiar los planes a Estados Unidos que tuvo que implicarse en la defensa de Kobane y en Irak, donde a día de hoy se desarrolla una ofensiva para liberar Mosul.

Es un liderazgo fuerte y claro, a cuyo lado los dirigentes europeos actuales parecen pigmeos del espíritu, corruptos y degenerados.

La alta posibilidad de que se abre una etapa de colaboración entre Rusia y Estados Unidos es el horizonte más positivo con el que se va a empezar el nuevo año.

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