Yrene Callais
Me extraña mucho lo que está ocurriendo con el mutismo en torno a Federico Trillo, dónde está, con quién está, a qué dedica el tiempo libre…Sabemos que es de Cartagena, al igual que Eduardo Zaplana. Sabemos que son dos políticos indeseables, que se han llevado siempre a matar, porque Zaplana le dio en Alicante el papel de cunero telonero, gracias a un joven periodista entonces director de Abc Alicante, a quien Federico le debe toda su carrera política, porque si en vez de él, hubiera venido de número 1 por Alicante, Luis Gámir, con su trayectoria ministerial aposentada y el prestigio de eso que llaman transición, Federico hoy en día estaría comiéndose los mocos.
En el caso de Zaplana, igualmente, como ya he relatado en ocasión anterior, fue este joven periodista quien lo salvó del ostracismo puro y duro y de vivir de las rentas del hotel en Benidorm, de su esposa Rosa Barceló, tras su Naseiro. Es una lástima que este director tuviera tan poco ojo porque debió dejarlos caer en el arroyo, por lo mal que luego le pagaron estas serpientes; ya se sabe aquello de no sirvas a quien sirvió, y la cualidad de serviles y mediocres era connatural a estos dos desgraciados.
Si no fuera por el respeto que tengo por los gitanos evangelistas, que han hecho todo lo posible por integrarse y se han vuelto limpios y trabajadores, no dudaría en calificar a ambos de chalanes vendiendo la manta del gitano. Efectivamente, Zaplana es el hombre más inculto, más vulgar y más inconsistente que yo haya conocido en mi vida. Si ustedes lo vieran, como yo lo vi, una acalorada mañana en Oropesa del Mar, dejando ganar a Aznar al dominó, por miedo a ese Nerón de cuarta, de mirada torva y extraviada, con toda la soberbia del loco o del alienado que espera llegar al poder y ponerse a ese territorio que es España por sombrero napoleónico, mientras Anita Botella, con un pareo que hacía entrever sus carnes y un rostro feo y picado de viruela, como si de un retrato renacentista se tratara, me miraban con sonrisa burlona por encima del hombro, porque acudí a la cita vestida de persona normal.
Por cierto, cuando hablamos de Trillo y de con quien está, trabajando en la embajada, por supuesto, la bella Gulieta de Micheo, que es un personaje sacado de Dickens, me llamó mucho la atención que lloraba desconsoladamente en el entierro, como le uniera una gran amistad, de la asesinada viuda de Vicente Sala, uno de aquellos directivos a los que Zaplana colocó en la cúspide de una institución, la extinta Caja de Ahorros del Mediterráneo, parece ser que, según fuentes, en un momento en el que estaba insolvente. O bien Gulieta vino a devolver favores prestados, nunca mejor dicho en el caso de una institución financiera, ya que bajo Vicente Sala se dieron créditos blandos y fallidos, de tal modo que cualquier alcalducho de cualquier pueblo alicantino, por ratonero que fuera, se ha hecho con su bodega, su hotel, su urbanización, su casa rural, su cuadra de caballos, su camión para el marido, el mini para la niñera, etc. Hasta el punto de cuantificar objetivamente este endeudamiento per cápita con cargo al contribuyente y con descargo a sus patrimonios en paraísos fiscales de cada euro de supuesto crecimiento se ha edificado sobre ocho de deuda. O bien Gulieta vino a ver las posibilidades de que ella y Trillo puedan volver a Alicante para asegurar su futuro.
Y ahora me pregunto yo, dónde están los fiscales y los jueces a la hora de exigir responsabilidades a estos políticos que nos han arruinado y convertido en unas sardinas nadando contracorriente, pues puestos en dirección perpendicular como Trillo, el hombre que sabía demasiado, y continuamente amenaza con desvelar todo lo que tiene, o Zaplana, cuya perpendicularidad es correlativa a su estulticia, porque, recuerden, que en Canal 9 sólo se le podía sacar por el perfil derecho de la cara.