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Recuperar la Europa cristiana

Redacción




Cruz salvadora. /Foto: antonioperezesclarin.com.
Cruz salvadora. /Foto: antonioperezesclarin.com.

Editorial

Europa será cristiana o no será”, la frase de André Malraux retoma toda la actualidad. El laicismo, el secularismo y todos los sucedáneos antirreligiosos han fracasado. En lo personal, llevan a la angustia y a la esterilidad; en lo colectivo o societario, al fin de la civilización. Laicismo y secularismo se muestran como simples caballos de Troya de la islamización al tiempo que han extendido por todas las sociedades europeas un nivel asfixiante de relativismo y superlativo de estupidez.

Han provocado una degeneración de las mentes, de forma que abrumadas las gentes por falsos complejos de culpa colectivos son incapaces de ver la realidad, asumir responsabilidades e incluso luchar por su propia supervivencia. Las gentes viven atenazadas por groseras supersticiones de la corrección política, en el estrecho mundo del ecologismo catastrofista, el feminismo lésbico, la tiranía LGTBI, el degradante pacifismo, el racismo antiblanco, la cristianofobia.

El laicismo y el secularismo han de ser erradicados, contienen una pulsión de suicidio personal y colectivo y ya han llegado al nivel máximo y último de sus contradicciones. Han producido personajes como Ángela Merkel y François Hollande. Han propiciado histerias morales como la llamada crisis de refugiados, que no son refugiados, sino excedentes de población de las fracasadas sociedades musulmanas, sin preparación, ni oficio ni beneficio, y con numerosos terroristas integristas camuflados. Europa está muriendo de estupidez y ello es consecuencia de la falta de fe, de la degradación de las conductas.

Urge volver a la Cruz salvadora, en lo personal, mediante la oración y la penitencia, a través del perdón de los pecados y la práctica de los Sacramentos, y en lo colectivo, mediante el respeto de la moral natural y de la recuperación de las virtudes públicas cristianas.

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En esta hora de prueba, cuando vemos una Europa que se atormenta a sí misma, humillada por la traición de sus dirigentes, es preciso resaltar que no sólo las raíces de Europa son cristianas, también el tronco, las ramas y las hojas. Sólo las naciones que respetan su identidad cristiana están mostrando una salud moral eficiente, mientras aquellas en que sus gentes se han abandonado al laicismo y al secularismo están fragmentadas, debilitadas y sufriendo el castigo que a sí mismas se han infringido mediante esa amoralidad que es esconde detrás del vacuo buenismo.

Estos son tiempos para la oración y la conversión personales, como los medios más eficaces para combatir el mal que ha tomado carta de naturaleza por todas partes, en las relaciones personales –con violencia en el hogar- y en las sociales, como el terrorismo del fanatismo musulmán. Una Europa desarmada con sus poblaciones desprotegidas, por dirigentes dados a la avaricia y adoradores de la mentira, es la consecuencia del alejamiento de Dios, de la pérdida del sentido cristiano de la vida. Recuperar la Europa cristiana no es ya una propuesta, sino una necesidad imperiosa para sobrevivir.