Enrique de Diego
Uno de los pocos momentos al año en el que Felipe de Borbón hace algo real, por lo que se le paga un abusivo sueldo y se mantiene a su nefasta familia, es en el discurso de Navidad. No cabe esperar nada interesante, pues la monarquía es una institución contra natura –el origen del privilegio, el sustento de la casta- que se mueve en el terreno de la obviedad de la corrección política. En ese ámbito se mantuvo hasta lo insufrible, con una colección de obviedades, mentiras y algunas estupideces.
Por de pronto, la gran cuestión que afecta a su gravoso puesto de trabajo es el proyecto secesionista de la Generalitat catalana que tiene previsto convocar referéndum en septiembre del año entrante. Ni una sola referencia, ni la más mínima defensa de la unidad de España, salvo que se considere como tal la siguiente reflexión: “Vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad solo lleva, primero, a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven nada y, luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad”. Los lacayos ven una referencia al separatismo catalán. ¿Por qué no citarlo expresamente? ¿Cobardía, simple traición?
Y luego corrección política meliflua y pacata: “La intolerancia y la exclusión, la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena no pueden caber en la España de hoy”. Conjunto de estupideces a lo George Soros. Por supuesto, que hay que ser intolerantes con los secesionistas y aplicarles el imperio de la Ley y por supuesto que hay que ser intolerantes con los intolerantes, con los que han entrado en España con ansias de exterminar a los autóctonos.
La convivencia, enfatizó el ciudadano Felipe de Borbón, “exige respeto y consideración a los demás. A los mayores, entre hombres y mujeres, en los colegios, en el ámbito laboral, al entorno natural, a las ideas distintas a las nuestras”. Pretensión de evitar cualquier necesaria rebelión contra la casta depredadora que él representa.
Donde ya se hundió a la mentira, al servicio del Gobierno, fue cuando indicó que “la recuperación está ya”. Mentira cochina, cuando se está dejando vacía la hucha de las pensiones, cuando este mes se han sacado 9.500 millones y otros 938, cuando no se podría pagar la extraordinaria de diciembre del año pasado; cuando cada euro de riqueza que ha generado el ejecutivo de Rajoy ha sido generando siete euros y medio de deuda. El 2016 es el último año de la mentira de la casta borbónica. Habrá recuperación cuando, por ejemplo, no haya monarquía en España y Felipe de Borbón trabaje en algo real.