Enrique de Diego
El mundo está cambiando, a mejor. No sabemos si a tiempo, se verá. El futuro está abierto y depende de la responsabilidad de cada uno. La que se está quedando como la reserva estúpida de la corrección política. Mientras el mundo varía de rumbo, aquí todos los partidos coinciden en el consenso globalista y destructor, aquí todos piden refugiados, aquí todos quieren dar pagas a los extranjeros. Mientras incluso Alemania va a exigir la cesión de la doble nacionalidad, aquí seguimos nacionalizando sin el más mínimo requisito, como si ser español fuera algo sin ningún valor; aquí todos compiten en hacer la tontería más gorda al servicio del plan Soros.
Cristina Cifuentes pone a todos los hogares y centros madrileños bajo el control del colectivo LGTBI. Cristina Cifuentes es la manifestación de la pobreza mental actual de los españoles. Está bien valorada porque sale mucho en la televisión, siempre sin decir nada, porque es una ignorante proteica, pero suficientemente lista para acomodarse a la corriente. Lo que ha hecho Cristina Cifuentes, que es del PP aunque parezca la líder del colectivo LGTBI, es de extrema gravedad y, sin embargo, ha tenido una escasa respuesta, con una Conferencia Episcopal que ha abjurado de la Cruz para quedarse con la crucecita. Lo mismo, prácticamente, está haciendo Susana Díaz, porque esto es una competencia para ver quien es más estúpido y quien hace más daño a una sociedad exhausta.
Cristina Cifuentes, además, quiere dedicarse a poner multas en la Red. ¿Con qué competencia? ¿A los ciudadanos madrileños o a todos los cibernautas? Y este personaje ha ido de los que más utilizaba la Red. Pero si ella hace esto, e incluso suena como una posible sustituta de Rajoy, es porque se lo permiten y porque cree que cae bien, porque la van a alabar todos los medios.
La TVE, controlada por el PP, parece dirigida a indigentes mentales. Hicieron una campaña histérica contra Donald Trump como si fueran tardocomunistas; siguen defendiendo a capa y espada a los «rebeldes» sirios; no tienen cabeza, ni pensamiento, ni ningún programa mínimamente de enjundia, salvo promocionar una España de camareros.
Todo este despiste nacional no puede durar mucho, porque Rajoy y su gente y todos los partidos van a empezar a hacer mucho el ridículo luchando contra los populismos que les rodean por todas partes.