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Atentado directo del Estado contra la familia

Redacción




Cristina Cifuentes. /Foto: elplural.com.
Cristina Cifuentes, contra el derecho de los padres a educar a sus hijos./Foto: elplural.com.

Javier García Isac. Periodista.

La perversión alcanza su máximo apogeo, su máximo esplendor cuando se pretende dividir a la sociedad entre buenos y malos según su género y según su condición sexual.

Nos hablan de discriminación positiva y entramos en un juego altamente peligroso. Ninguna discriminación puede ser nunca positiva, puede ser nunca buena. Se culpabiliza al hombre por el hecho de serlo. Se elimina toda presunción de inocencia y se aprueban leyes bajo el paradigma de la igualdad para convertirnos en desiguales frente a la ley. Leyes aprobadas por el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero y mantenidas por el gobierno popular de Mariano Rajoy. Leyes contra lo que ellos denominan la violencia de género y que ni de lejos han conseguido el objetivo que se habían marcado. Leyes que en muchos ocasiones solo han servido para criminalizar a inocentes bajo falsas acusaciones que han sido dadas por buenas, aplicando unos protocolos que humillan y denigran al que puede ser inocente y culpabilizándolo de ante mano.

Mas grave aun si cabe que todo esto, son las leyes aprobadas por unanimidad en la asamblea de la comunidad de Madrid por el gobierno que preside la socialdemócrata del Partido Popular, Cristina Cifuentes y que cuenta con el respaldo de socialistas, comunistas y lobbies encuadrados en lo que conocemos como LGTB y que como bien dice mi amigo Enrique de Diego, pretenden “imponernos su peculiar estilo y filosofía de vida”.

Resulta paradójico e incluso me atrevería a decir que asombroso que esto sea lo políticamente correcto. Nos hablan de libertad aquellos que no creen en ella y aquellos que nos la recortan y nos discriminan según nuestra condición sexual y nuestro género. Nos recuerdan de forma constante y machacona que somos un país envejecido, pero no hacen nada por remediarlo.

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El mantenimiento y sostenimiento de este tipo de leyes atenta directamente contra la familia y la vertebración de la sociedad. Nada es por casualidad. El abortismo sumado a este tipo de legislaciones pone de manifiesto la vulnerabilidad de las familias y el ataque continuo y constante al que están sometidas. No interesan unidades familiares fuertes y unidas, no interesa que los hijos sean educados en entornos tradicionales. El estado desea suplantar ese papel dado a los padres y manipular a conciencia las generaciones venideras.

Que nadie sea tan iluso de pensar que algo de esto es por casualidad, que se hace por modas, tendencias o esnobismo. Se persigue borrar toda identidad nacional, toda tradición, toda costumbre, todo arraigo. No interesa fomentar políticas de natalidad. Interesa más la sustitución de la población autóctona por una mano de obra barata y extranjera y a poder ser musulmana y con nula o poca intención de integración.

La conjunción de todas estas políticas trae como consecuencia inmediata el país que tenemos. Unanimidad en los partidos políticos y asociaciones en respaldar políticas que atacan la convivencia familiar y a la discriminación de aquellos que nos resignamos a ver como “normal” lo que no lo es.