Editorial
La dirigencia europea ha tomado medidas de una extraordinaria gravedad, que ponen en riesgo la supervivencia de las naciones y de las mismas sociedades. Se ha pretendido transformar la textura vital de esas sociedades facilitando la invasión financiada con dinero del contribuyente, de las víctimas.
Se ha jugado, en gran escala, con la seguridad y la vida de las gentes. La democracia no puede amparar decisiones que pueden conllevar conflictos y guerras internas. Nunca en la historia se había llegado tan lejos, como dejar entrar a enemigos de la civilización.
Ya se están provocando víctimas inocentes, en muchos casos mujeres. Es preciso un Nüremberg contra la dirigencia europea. Personajes como Jean-Claude Juncker y Ángela Merkel habrán de ser juzgados, en el futuro. Habrá que abrir una causa general a la dirigencia europea e investigar las posibles vías de financiación corruptas que han podido moverse en esta toma de posiciones suicida.