Enrique de Diego
El feminismo es una plaga de odio ubicuo dedicada a demoler la civilización mediante el hundimiento de la demografía y la destrucción de la familia, rechazando con furor la procreación como un elemento de dominio y convirtiendo el hogar en una destructiva guerra de sexos. Es, además, una industria millonaria, de poder y avaricia, de parasitismo sanguinario, que se establece como una ideología tardomarxista (sustituye groseramente capitalista por varón) que no hace más que promover la violencia y el crimen.
Ha habido un político que se ha atrevido decirlo, David Pérez, alcalde de Alcorcón (al que tuve a mis órdenes en La Prensa de Alicante, su primer trabajo). Lo hizo hace un año, ante el VI Congreso de Educadores Católicos, pero alguna mano enemiga ha hecho público ahora el documento con ganas de hacer daño y echarle a las leonas de la corrección política.
Lamentaba David Pérez que “hemos llegado al siglo XXI todavía con ese feminismo rancio, radical, totalitario…”, un grupo de presión y extorsión que “influye en las legislaciones e, incluso, marca la agenda política”. Las feministas son “mujeres frustradas, mujeres amargadas”. El aborto «convierte el cuerpo de la mujer en una sala de ejecución» que va «contra la paz«.
Hemos llegado a tal grado de degeneración de las mentes, a tal corrupción de los espíritus que la verdad se ha hecho hiriente y es perseguida con saña histérica. David Pérez dijo las verdades del barquero y como previsible respuesta se ha organizado la consabida zarabanda pidiendo sangre política del hereje. David Pérez ha terminado por recular recurriendo a estrategias manidas de retirada: las frases se han sacado de contexto y hay una campaña contra él.
Cristina Cifuentes, que en materia de corrección política es una vestal que exagera la nota hasta el gorgorito, ha calificado las afirmaciones de David Pérez de “desafortunadas”, lo cual en el argot político es un anatema laico. Hete aquí que la verdad es prohibida y expresarla es desafortunado. Porque es verdad que el feminismo –que no es del XIX sino de nuevo cuño, trincón y agresivo- sólo está produciendo una inmensa frustración y está convirtiendo a las mujeres reales en víctimas. Nunca se había dedicado tanto dinero a la lucha contra la violencia doméstica, nunca se habían puesto en marcha tantos organismos públicos y nunca ha habido tanta violencia y tantos asesinatos. Y cuantos más asesinatos –de mujeres y de hombres- más dinero y más poder para las feministas. Lo que es desafortunado es el feminismo y las sociedades ya se están hartando y reaccionando contra esta lacra perniciosa.
http://ramblalibre.com/2016/11/23/el-feminismo-un-movimiento-de-odio-es-una-industria-millonaria/