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¡Viva el populismo!

Redacción




Marine Le Pen, el populismo francés. /Foto: noticiasjovenes.es.
Marine Le Pen, el populismo francés. /Foto: noticiasjovenes.es.

Enrique de Diego

España, esta España que se cae a pedazos, la casta de España que la depreda, la hunde y la veja se dispone a ser la reserva espiritual contra el populismo, término mal definido por estos lares. En la última reunión de mandatarios europeos –siempre están reuniéndose para no decidir nada- se habló incluso de un eje Madrid-Berlín, de un Mariano Rajoy debilitado con una Ángela Merkel acosada, a la que ya no respeta ni su aliado Erdogan.

En fechas recientes, la eurodiputada Carolina Punset, que ha tomado protagonismo por su supuesta intención de plantar cara a Albert Rivera (críticos de Ciudadanos creen que son iguales, políticos profesionales), ha organizado un acto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con asistencia del regeneracionismo retórico de Ciudadanos –incluso se dignó asistir José Manuel Villegas– de UPyD –Gorka Maneiro, Maite Pagazaurtundua– del PP –Borja Gámez, portavoz en el Parlamento vasco- de FAES –Cayetana Álvarez de Toledo– y de la cultureta reconvertida a la derecha –Albert Boadella, Arcadi España-, acto en el que se bramó contra el nacionalismo y el populismo, estableciendo una amalgama que ahora mismo no se corresponde con la realidad por cuanto tanto el separatismo catalán –nous catalans– como el vasco han mutado hacia la corrección política.

Podemos es una farsa de la casta: han venido a colocarse

El otro error grosero es la identificación de Podemos con el populismo, que ha llevado a esperpentos como el de Susana Díaz y otros de establecer una identificación entre Donald Trump y Pablo Iglesias, que es como compararle con Marine Le Pen o con Valdimir Putin. Podemos no es populista –como no lo es Syriza, que acata muy sumisamente todas las órdenes de la troika-. Podemos es la izquierda radicalizada en la retórica, el corte generacional de los que se habían quedado fuera del reparto de la casta. No representan ningún cambio. Son mayores dosis del mal. Inmovilismo exacerbado, con viejas cuentas que saldar con sus mayores. Sociológicamente, son casta universitaria –la peor, la más endogámica- e hijos de prebostes de izquierdas, con ensoñaciones castristas y chavistas. Todas y cada una de sus propuestas conllevan consolidar e incrementar la casta. Podemos carece de sentido de Patria y de identidad, es un puro caos mental, con adoración extrema a una corrección política paganizante y pro-islámica. Podemos forma parte en grado extremo del consenso mundialista y de la exaltación del multiculturalismo, financiados por George Soros.

El populismo –el que está detrás del Brexit, el que ha dado la victoria a Donald Trump, el que ganará en Austria con Norbert Hofer, el que gobierna en Hungría y Polonia, el que avanza en Alemania con AfD de Frauke Petry– parte de un diagnóstico: el fracaso sistémico de la casta, del stablishment, de los políticos profesionales, que han llevado no sólo a una crisis económica sino moral que se percibe como un riesgo cierto para la supervivencia de la civilización. La corrección política es corrosiva y destructiva y sólo conduce al enriquecimiento de los ociosos.

El populismo se enfrenta al mundialismo, propugna la recuperación de la identidad y el retorno a los valores morales absolutos.

Identifica tres enemigos:

1.- La casta, el stablishment, que no sólo es político, que son también las megacorporaciones, los oligopolios, los medios de comunicación, las entidades supranacionales que pretenden diluir las fronteras y acabar con las Patrias.

2.- La corrección política: que es la imposición de la mentira, la degradación de las mentes y el hundimiento de la civilización.

3.- La islamización, subvencionada, con la que se pretender acabar con las sociedades cristianas.

El populismo no puede ser progresista, es valientemente reaccionario. Podemos no puede ser nunca populista porque el populismo es emocional y racionalmente patriótico. El gran movimiento identitario internacional, que recalara en España más pronto que tarde, parte de la convicción de que se pretende acabar con una civilización y con lo que identifican los racistas de la corrección política como la raza blanca, mediante el exterminio económico de las clases medias por las élites. Y de ahí extrae su fuerza, por eso gana elecciones aunque sea continuamente silenciado y diabolizado por los medios, porque es una corriente profunda e intensa que va emergiendo por todas partes, retroalimentándose en cada logro, en cada victoria.

Lo que denominan populismo es una lucha por la libertad y la supervivencia.