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El destrozo moral de Intereconomía y Julio Ariza

Redacción




Julio Ariza. /Foto: YouTube.com.
Julio Ariza. /Foto: YouTube.com.

Miguel Sempere

En esta Intereconomía agónica, que debe 69 millones de euros a trabajadores y proveedores y 12 millones a Hacienda, el nivel técnico es cada día más bajo y patente la falta de creatividad, mientras se trata de suplir recuperando una supuesta línea editorial que Julio Ariza siempre ha utilizado de manera relativista en su propio beneficio, en uno de los mayores destrozos morales perpetrados en España.

Una de las mayores líneas críticas abiertas ha sido respecto a la Ley de protección integral contra la discriminación por diversidad sexual y de género de la Comunidad de Madrid, que impone a todos los colegios la enseñanza en la ideología de género y en la diversidad sexual. Y que crea –que no falte nunca un organismo donde colocar a paniaguados a vivir del cuento- el Consejo LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales y a los que Cristina Cifuentes ha añadido intersexuales).

Carlos Martínez, director del colegio concertado

Cristina Cifuentes, icono de Intereconomía. /Foto: YouTube.com.
Cristina Cifuentes, icono de Intereconomía. /Foto: YouTube.com.

de Alcorcón, ha calificado la ley de dogmática, de “barbaridad prescindir de la verdad natural del hombre” y de “dogmatismo acusar de discriminación a quien no piensa diferente”.

 

La cuestión es que quien dio proyección mediática a Cristina Cifuentes, una trepa que siempre exagera su sumisión a la corrección política, fue Intereconomía y personalmente Julio Ariza. ¿Qué autoridad moral tiene ahora esa cadena morosa para rasgarse las vestiduras? Cifuentes, cuyo bagaje intelectual es romo y que siempre tiende a superar a cualquier progresista, era bien conocida en sus posturas –pidió la retirada del término “humanismo cristiano” de los Estatutos del PP- pero fue Julio Ariza quien la vendió a la audiencia como una de los suyos.

Añádase el lanzamiento de Pablo Iglesias, para que dividiera el voto del PSOE y fortaleciera al PP, y el un Albert Rivera laicista que no sólo recibió todo el apoyo mediático, sino que también tuvo en los platós de Intereconomía el hábitat para fichar a Begoña Villacís y a Luis Salvador, para tener una idea aproximada del destrozo moral que ha provocado Julio Ariza, en completa incoherencia con sus supuestos postulados.

Al tiempo que hacía el juego sucio a Mariano Rajoy, como él mismo ha reconocido ante Alfonso Arteseros, Julio Ariza se ha preocupado siempre de impedir el surgimiento de cualquier formación identitaria seria que pudiera dañar al PP, mediante la promoción de operaciones –la última, Vox- ficticias, y siempre fallidas, para intentar obtener alguna representación en nombre de la cual negociar económicamente con el PP.