Enrique de Diego
¡Qué grande eres, Donald Trump! Gracias. Solo contra todos, cuando podías disfrutar de tu fortuna, te la has jugado por todos los que sufren la tiranía de los poderosos, de los oscuros poderes del averno. Eres un titán. ¡Ojalá ganes frente a toda la putrefacción de este mundo!
Sea cual sea el resultado, Donald Trump ya ha ganado y merece ser proclamado como el vencedor indiscutible, porque ha puesto en berlina, en ridículo, ha desacreditado a la corrección política que está hundiendo a la civilización occidental y con ella a un mundo, en el que habitan seis mil millones de seres humanos.
Todos los poderes oscuros del mal, George Soros, el Club de Bildeberg, esa élite que se enriquece cada vez más mientras las poblaciones son encaminadas a la miseria, habían decidido que la corrección política, esa serie de sandeces racistas, esa propensión a fragmentar las sociedades conduciéndolas al conflicto, esa permanente incitación al odio, ese racismo antiblanco, todo ese cúmulo de desastres que se han ido acumulando, con sus jergas vegonzantes y sus jerigonzas para indigentes mentales latinipardos, era la verdad única, absoluta, indiscutible en todo lo opinable, con ese biotipo hastiado del ignorante ilustrado, que tiene una opinión cliché sobre cualquier cosa pero que nunca busca la verdad ni la ilustración; la nueva barbarie.
Y quien no estuviera de acuerdo con sus mentiras, quien no se plegara a sus intereses, debía ser anatemizado y perseguido y encarcelado, pues ya están poniendo en marcha delitos genéricos, de amplia interpretación, como la incitación al odio. Y toda esa trama de mentiras disolventes y degradantes están mantenidas por una dictadura mediática, que también impera en internet.
Contra todo eso, contra mundi, se ha levantado Donald Trump, un hombre providencial, sin duda. El único adinerado que ha salido en defensa de una civilización que se tambalea sin resortes morales, el único –con sus debilidades- que ha tenido la independencia para decir lo que muchos pensaban y estaba prohibido decir: que las élites, el stablishment, la casta están hundiendo al mundo, al tiempo que van de humanitarios; que el presente y el futuro cada vez son más negros y nos los pintan más blancos.
Porque esa es la victoria de Trump: que ha dado voz a los que ya la estaban perdiendo; ha demostrado que una serie de ideas, que son las que han hecho progresar al mundo, siguen siendo sostenidas por gentes decentes y morales; que las naciones tienen que resolver los problemas de sus poblaciones y no exportar excedentes de población; que quien lo hace mal es México; que una nación que habla en términos de “comunidades” es una sociedad que se está autodestruyendo y poniendo las bases de conflictos cada vez más graves. Y que eso es una gran corriente de opinión.
Desde aquí, animo a los miles de seguidores norteamericanos de Rambla Libre que voten con entusiasmo a Donald Trump. Que hagan campaña en estas últimas horas, porque todos nos jugamos mucho, porque Hillary Clinton representa el mal, la corrupción y la sumisión a poderes destructivos, que, por supuesto, pueden provocar una tercera guerra mundial con su obsesión por situar a Rusia como enemigo, por su sumisión a los Saud. Con Obama y Hillary Clinton ha habido un genocidio de cristianos. Se han destruido naciones como Libia que hoy son una permanente guerra civil. Se ha generado el vacío necesario, y financiado, para el surgimiento de Daesh. Hillary Clinton es el mal absoluto.
No hay una “comunidad latina”. Eso es racismo. Hay personas, hay familias, hacia naciones. Y todos necesitamos que Estados Unidos vuelva a ser grande, con Donald Trump. Un faro sereno de libertad donde imperen la ley y el orden.
A todos los lectores de Rambla Libre: os espero en la noche electoral, en la que haremos un seguimiento exhaustivo.