Miguel Sempere
Tras escudriñar en la biografía de María Dolores de Cospedal (antes María Dolores Cospedal, sin el de) no hay nada, ni la más mínima experiencia, que la vincule con nada relacionado con la Defensa, ni tan siquiera ha hecho el servicio militar. El único uniforme que ha vestido ha sido el de ‘Manola’ en la procesión del Corpus de Toledo.
Nacida en 1965 no hizo el servicio militar, obviamente, por ser mujer, porque la mili no desapareció hasta que la quitó, en un daniño gesto de desnacionalización de la juventud española, el avinagrado patriota de pulsera y chequera José María Aznar.
La idea establecida por la partitocracia española de que un político vale para cualquier puesto es notoriamente absurda y de ella devienen muchos de los males de la Patria. El Ministerio de Defensa exige conocimientos técnicos precisos.
María Dolores de Cospedal pertenece a uno de los gremios más destructivos de la sociedad española: el de los abogados del Estado. Ha ocupado diferentes puestos relacionados con trabajo, asuntos sociales, fue subsecretaria de Interior en el nefasto equipo de Ángel Acebes, y ha sido presidenta de Castilla-La Mancha y es secretaria general del PP, pero carece de conocimientos y de experiencia para ponerse al frente del Ministerio de Defensa. Es una decisión autocrática con criterios de partido sin ninguna base en el mérito.
En cuanto al nombramiento de Juan Ignacio Zoido Álvarez es una manifestación de la falta de división de poderes, pues se trata de un magistrado. Tiene, además, una peligrosa tendencia a la cultura de lo gratis, como demostró participando en el crucero en el Juan Sebastián Elcano, en el que también participó el defenestrado José Manuel García Margallo.