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La casta tiene que matar a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias

Redacción




Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, objetivos de la casta. /Foto: elmundotoday.com.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, objetivos de la casta. /Foto: elmundotoday.com.

Enrique de Diego

Por primera vez, la casta se ha sentido amenazada y ha tenido miedo de perder sus privilegios. Por primera vez, han tenido que quitarse muchas caretas, como ver a El País pasar por la derecha a La Razón o a Felipe González travestido en el papel desmerecido de Rasputín. Por primera vez, la casta ha tenido que, para sostenerse, dar un autogolpe antidemocrático por el que ha subvertido el resultado de las elecciones –España votó cambio y tiene inmovilismo- y por el ninguno de los votos ha servido para lo que fue pedido.

La última contrastación de este inmenso fraude electoral, de esta tomadura de pelo a las sardinas por parte de los adinerados tiburones, es éste Gobierno mediocre de Rajoy, hecho por un autócrata que considera que sigue teniendo la mayoría absoluta de los despachos.

A la casta le han salido dos enemigos tenaces: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, a los que tiene que matar, a los que está ya intentándolo hacer de manera desaforada. Dejo al margen sus ideas, muchas de las cuales considero equivocadas. El caso es que no son casta política, aunque Iglesias sea casta universitaria, si bien le han despojado de su titularidad interina.

Con Pedro Sánchez han actuado como una jauría y los buitres ya lo consideran muerto: cadáver político, zombie, ninguna posibilidad de volver, es un mentiroso, es un antipatriota, se oye por todas las televisiones el croar de los sapos a sueldo. Pero no estará tan muerto cuando se da por supuesto que la Gestora, presidida por ese asturiano con aspecto de mediano empresario de pompas fúnebres, dilatará los tiempos para convocar el Congreso y las primarias que piden decenas de miles de firmas de los militantes, a los que no se quiere dejar hablar.

Condena de ostracismo para Pedro Sánchez

Para Sánchez viene el acoso silente y demoledor del ostracismo; el cortocircuito mediático; el veto unánime. Y Sánchez hubiera tenido fácil doblegarse para que la casta le hubiera hecho la carrera vitalicia y convertirle en multimillonario.

Ahora la pieza a cobrar es Pablo Iglesias y de ahí viene ese escándalo exagerado, y en muchos trazos incomprensible, del piso de Ramón Espinar. El vetusto correveidile de Luis María Anson, el acosador baboso, buscando el protagonismo que hace tiempo perdió ha ocupado el abyecto papel del chantajista: o Pablo Iglesias entra en el sistema o el CNI tiene un dossier. El hecho de que el chantaje sea verosímil, que sea creíble que el CNI se dedique a investigar a los enemigos del Gobierno, a los disidentes y discrepantes muestra el totalitarismo chapuza en el que vivimos, cuya misión es defender a los privilegiados de la chusma, para que unos pocos se sigan enriqueciendo a base de expoliar a los laboriosos y llevarlos a la ruina. Es de por sí un escándalo que la jefa del CNI sea la hermana del portavoz del Gobierno. Mierda de sistema.

Vamos a asistir a un juego sucio inenarrable, a una persecución inmisericorde, con los desacreditados medios actuando como una jauría cutre y sanguinaria. Tienen que matarlos. Si la casta no consigue matar a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias está perdida.

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