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La inestable legislatura de la verdad

Redacción




Mariano Rajoy jura el cargo. /Foto: RTVE.es.
Mariano Rajoy jura el cargo. /Foto: RTVE.es.

Enrique de Diego

Muchos españoles creen sinceramente que España ha salido del fondo del pozo de la crisis. Por supuesto, al asomarse a los medios de comunicación, y especialmente a las televisiones, todo es entretenimiento, fútbol, sucesos y lo más parecido a un mundo feliz. Muchos españoles quieren creer, pero también perciben un incremento de la actividad económica y un descenso del paro, aunque sea a través de contratos de condiciones preesclavistas. Y muchos españoles creen que la formación de Gobierno es un elemento positivo para la economía.

Muchos españoles –seguramente, cuanto menos todos los que votan al PP- se creen el discurso oficial. Es cierto que hay una mejora económica motivada por un petróleo a precios asequibles, lejos de los 140-150 dólares el barril; y también por el buen funcionamiento del turismo, que hasta septiembre ha alcanzado la cifra récord de 60,3 millones, y en septiembre de 7,9 millones turistas, un incremento del 10,2% respecto al mismo mes del año pasado.

Pero la insostenible trama político-burocrática armada en torno a las administraciones local, provincial, autonómica, estatal y también europea, no sólo consume todos los ingresos, incluidos los del turismo, sino que aumenta continuamente la deuda, que ya supera el 100% del PIB (si es que los datos oficiales son ciertos, que algunas voces autorizadas lo dudan). Esa deuda pública se sitúa en el 100,9% del PIB; en marzo, cuando se situó en el 100,5%, se superó una barrera que no se había traspasado en más de un siglo. Debemos 1.107 billones de euros y desde 2009 aumentamos la deuda 80.000 millones por ejercicio. Cualquier familia, cualquier empresa puede “recuperarse” si se la deja endeudarse sin límite. Pero nadie le llamaría a esa actitud irresponsable, recuperación. De hecho, nos mantiene, como unos manirrotos, el Banco Central Europeo comprando deuda pero al tiempo alimenta la ludopatía y la cleptomanía gubernamentales.

La estafa piramidal ha llegado a sus etapas finales

Lo que el Estado –el Gobierno- viene haciendo es una carrera cortoplacista consumiendo los bienes de las generaciones futuras, en una colosal estafa piramidal. Esa estafa ha llegado a sus últimos estadios de contradicción: consume aceleradamente los bienes de las generaciones presentes. Es decir, hace unos años no iba a haber dinero para las pensiones de los que venían detrás y ahora ya no hay dinero para las generaciones que van delante. La hucha de las pensiones –de la que no sólo se ha sacado para las pensiones, también se ha pagado una extraordinaria ‘electoral’ a los funcionarios- no alcanza para pagar la última extraordinaria de 2017.

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Para entendernos, la Seguridad Social está en quiebra y tendrá que ser rescatada: las pensiones tendrán o que reducirse drásticamente o ser pagadas por la vía de los Presupuestos Generales del Estado. A finales de este año, en la llamada hucha de las pensiones sólo contará con 13.500 millones de euros. La Seguridad Social tendrá el próximo año un déficit del 1,7% del PIB, con una desviación de 19.000 millones de euros.

La herencia de Mariano Rajoy, que tendrá que administrar Mariano Rajoy, es penosa y ruinosa

Mariano Rajoy tendrá que administrar la herencia de Mariano Rajoy y es penosa y ruinosa. Por de pronto, tiene que hacer frente a un recorte de 5.500 millones en los Presupuestos, por exigencia de Bruselas. Al tiempo, las autonomías están exigiendo una financiación aún más generosa y Cataluña simplemente se dispone a desconectarse de la Agencia Tributaria e independizarse.

Comienza una legislatura en diferido –lleva desde el 20 D del año pasado- en la que van a ir estallando paulatinamente todas las mentiras acumuladas durante cuatro décadas, y muy groseramente en los últimos cuatro años en los que el mantra de la recuperación ha sido una falacia persistentemente reiterada. Nadie ha endeudado más a España que Mariano Rajoy, lo que le sitúa como el peor gestor del último siglo.

El coste añadido de esa mentira general es que los españoles no están preparados para la realidad, que pasa por la inestabilidad política, con un PSOE cuarteado, incapaz de mantener la farsa del sistema, al servicio de los privilegios de la casta, con una Generalitat cuya huida hacia adelante secesionista ha sido alimentada económicamente desde Moncloa y una economía que no sólo tiene los pies de barro, sino que el lodo le llega hasta la garganta.

Por supuesto, la movilización en la calle se irá haciendo creciente en la medida en que la verdad vaya aflorando paulatinamente, aunque la estrategia de asalto al poder mediante la huelga general –teoría de George Sorel– planteada por Pablo Iglesias no parezca ahora moverse dentro de lo posible, a pesar de que la española no es una democracia representativa, sino una mera apariencia, al servicio de cúpulas dominantes y depredadoras.

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No sólo no hemos tocado el fondo de la crisis, sino que vamos a ir descendiendo, mientras los políticos siguen pidiendo financiación a espuertas para mantener las estructuras clientelistas que los sostienen en el disfrute de sus privilegios.

Un sistema derrochador y clientelar

No tiene sentido que mientras no hay dinero para pagar las pensiones, la Generalitat valenciana de Ximo Puig y Mónica Oltra pretendan gastarse 55 millones de euros en poner en marcha de nuevo el agujero negro de Canal 9 o que en Aragón TV, que ve cada vez menos gente, el 40% de caída en la audiencia, Javier Lambán vaya a dilapidar 44 millones de euros. Tampoco tiene sentido recibir “refugiados”, ni mantener los CIE, ni, desde luego, seguir con el demencial Estado autonómico. El sistema político español es derrochador y clientelar de manera opresiva hasta legitimar el derecho de resistencia.

¿Va a ser una legislatura breve? Va a ser una legislatura dura. Mariano Rajoy no tiene apoyos suficientes para sostenerse, salvo intensificando la condición de rehén del PSOE hasta llevarlo a la extenuación, con un Podemos presionante. No hay solución en el sistema, sólo ofertas diversas de agravamiento del problema; los 150 puntos de Ciudadanos aumentan el gasto y el programa de Podemos es la quimera de una pandilla de profesores y licenciados que no han creado un solo puesto de trabajo. Algo parecido a cuando Felipe de Borbón anima a los jóvenes a arriesgarse, cosa que él, el primer funcionario de la nación, no ha hecho desde que nació.

La cuestión es si de todo este desastre nacional puede surgir una alternativa al sistema, un movimiento identitario regenerador. Rambla Libre trata de generar la ambientación ideológica para que esa necesidad catalice. La estabilidad es imposible; sólo puede aspirarse a una inestabilidad constructiva. Esta es la legislatura de la verdad.