Virginia Montes
Las últimas encuestas sitúan a Hillary Clinton sólo un punto por encima de Donald Trump. No se trata de la influencia de la reapertura de la investigación del FBI sobre la negligente, y quizás corrupta, utilización de los correos de Hillary Clinton en su etapa de Secretaria de Estado; previamente en el voto adelantado la impresión es que los resultados van a la par y que la elección puede dirimirse en estados clave como el Ohio, donde la “clase trabajadora blanca”, antes uno de los pilares del partido demócrata y ahora denostada por la pulsión racista antiblanca de la corrección política, puede decantarse por Trump.
Sin duda el escándalo de los correos es importante, porque sitúa a la candidata demócrata en el terreno de la posibilidad de ser encausada, pero lo que sugiere este cambio en las encuestas, es que han estado mintiendo hasta el momento, intentando generar la especie de una victoria por goleada, confirmando el a priori de que Trump era el mejor candidato para los demócratas.
La ofensiva histérica de los medios, contestada por Trump con sus aseveraciones de que las elecciones estaban amañadas, ha reforzado la vis antistablishment y heroica de Donal Trump, luchando contra los demócratas, buena parte de los republicanos y todos los medios. Sigue sin entenderse que el fenómeno Trump está en la sociedad, es una gran corriente social, por lo que el intento de demolición personal ha resultado fallido.