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Trump, en las soluciones reales, Clinton, en la retórica

Redacción




Tercer y último debate. Foto: wsj.com.
Tercer y último debate. Foto: wsj.com.

Virginia Montes

Tercer y último debate, menos tenso que los anteriores, más programático por el formato, sin un ganador claro, porque han sido dos visiones completamente distintas. Trump apuesta por un Tribunal Supremo pro-vida; Hillary, por uno proaborto.

El mundo de las soluciones reales, Trump, frente a la retórica de la corrección política, Hillary. Ésta se conduele mucho de las catástrofes humanitarias que ella ha provocado. Acusa a Trump de nunca pedir disculpas, pero ella no reconoce ningún error y han sido muchos: Libia, Siria, Irak. Hubo algunos momentos brillantes de Trump: “odias a Putin porque es más listo que tú”.

Hillary Clinton muy dedicada a la estrategia de demolición de Trump, como un peligro. Trump replicando que es una delincuente –tráfico de influencias en la Fundación Clinton, borrado de correos-.

Trump, partidario de bajar impuestos. Hillary, de subirlos, precisando que a los más ricos, pero luego esto nunca es así.

Trump quiere que haya fronteras seguras y no quiere ‘refugiados sirios’. Lo de Hillary suena a fronteras abiertas y a papeles para todos, aunque retóricamente lo niegue.

Donald Trump sigue considerando amañadas las elecciones, entre otras cosas por la dictadura mediática a favor de la corrección política.

No ha sido un debate decisivo. Hillary es una consumada retórica del sentimentalismo vacuo. Donald Trump es un hombre claro, no es un político, ese es su activo y su talón de Aquiles. Ya ha conseguido cambiar el debate de las ideas y demostrar que la corrección política es rechazada por una gran parte de la población: Trump no ha creado su propio fenómeno; su fenómeno es respuesta a una corriente profunda. La elección está abierta.