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Nos dijeron que era para siempre

Redacción




Massiel, ganadora de Eurovisión. /Foto: RTVE.es.
Massiel, ganadora de Eurovisión. /Foto: RTVE.es.

Yrene Calais

Una noche insomne de las que vienen siendo habituales en mi vida –hace ya bastante tiempo de eso- puse el televisor y encontré en un conocido programa de TVE, que es bastante bazofia, el llamado 24 H, apareció en primera plana nuestra querida Massiel, la diva de las divas, y la musa del tardofranquismo en Eurovisión.

Representaba un papel en una obra de teatro, dirigida por mi gran amigo y gran director, Mario Gas. El argumento se ceñía al cierre de un teatro de variedades, famoso en Nueva York, que por falta de presupuesto no podía continuar con su programación.

Massiel hizo un comentario muy inteligente diciendo al respecto que esto se parecía a los recortes presupuestarios del cine y del teatro, y se lamentaba, moviendo las manos con su desparpajo clásico, de que “nos dijeron que era para siempre”. ¿Cómo podía ser? Que los dejaran sin presupuesto para la Compañía Nacional de Teatro, sin Seguridad Social, sin nada de los magníficos logros que el socialismo, de izquierdas y de derechas, había consolidado.

Nadie mejor que ella, ningún politólogo, ningún economista, ningún periodistucho de esos que salen adulando al poder, nadie había hecho una reflexión tan profunda, sociológica y filosóficamente.

Pues bien Massiel, llevabas toda la razón. Todo era y es una mentira, y una estafa, mientras la trama siciliana de los políticos se llenaba sus bolsillos, a diestro y siniestro. A ti, Massiel, te habían dado una carta de despido y ni siquiera había dinero para culminar todo el tour del musical. Está visto que en este país se penaliza el talento, pues el elenco de actores era de máximo nivel.

Todo esto es transferible a la sociedad. Nos dijeron que todo el mundo podía colocarse con una pagica de funcionario, bastaba con lamer el culo al político de turno: hospitales, universidades, juzgados…todo sembrado por relaciones de parentesco y de clientelismo casi feudovasalláticas, donde todos se echaban las manos a la cabeza porque pagaban el diezmo, mas ahora los pobres autónomos que sostienen este país pagan miles de diezmos y nadie dice nada.

Nos dijeron que el Estado nos iba a proteger de todo mal, que iba a controlar nuestros pensamientos, a cambio de una seguridad y un bienestar y confort para todos los ciudadanos.

Nos dijeron que cuando nos jubiláramos íbamos a cobrar grandes pensiones y que si no las teníamos, el Estado saldría como garante con 425 euros. Un día un loco, demente, de esos que aparecen de vez en cuando entre los políticos se le ocurrió acuñar el término de que España iba bien, llamando a todos los pobres del mundo, a todos los camorristas, a todos los estafadores a venirse aquí. Si les preguntaran ustedes a muchos constructores cuantos cuartos de baño de mármol tuvieron que volver a hacer porque eran una chapuza…Personal nada cualificado, sacando divisas de España, estafando a los bancos con hipotecas y precipitando la caída de lo que era para siempre, el Estado de bienestar, que tiene visos de tornarse, para nunca, en Estado de malestar.

Todo esto no se puede decir porque es políticamente incorrecto, pero yo, que soy ciudadana española, de generaciones, tengo menos derechos que estos inmigrantes resentidos, que llevan en su sangre el comunismo y la lucha atávica de clases. Y lo digo con conocimiento de causa. He trabajado con muchos de ellos; el que no te la hace a la entrada, te la hace a la salida. Nunca había que haberlos dejado entrar.