Emilio Domínguez Díaz. Licenciado en Filología Inglesa. Caballero Legionario.
Estimado Profesor Ruiz-Manjón: Ya con los ánimos más calmados, me vuelvo a dirigir a usted tras, a mi modesto entender, la errónea y sesgada decisión que el comisionado de la Ley de Memoria Histórica tomó el pasado 19 de septiembre en lo referente a la propuesta del cambio de nombre de la calle del General Millán-Astray.
No voy a entrar en el cúmulo de errores del documento firmado el 20 de septiembre de 2016, justo el día del 96 aniversario fundacional de La Legión (ciertamente, resulta paradójico), porque para ese asunto habrá un equipo jurídico que podrá rebatírselo y ya llegará ese momento. Tampoco voy a tocar asuntos políticos porque el honor está muy por encima de todos ellos y, con los ejemplos recientes, parecen alejarse a años luz de mi concepto de Estado y Patria.
Sobre otro asunto, me niego a entrar en temas de transparencia o la unanimidad en el consenso de los 6 miembros porque, entonces, uno de ellos iba a quedar muy mal respecto al testimonio que nos dio en su «sagrado» despacho (ya sabe a quién me refiero) en la tarde del viernes 16 de septiembre. Delante de las 3 personas presentes, mencionó «provocación» al hablar de Avenida de la Inteligencia como alternativa al nombre de la calle actual. Pero, seguro, tampoco habrá quedado reflejado en el acta de esa sumarísima reunión de la Comisión en la que el «reo» Millán-Astray no tuvo el más mínimo derecho a un juicio justo. Insisto en que, para mí, se trata de una cuestión de honor y tributo a un héroe como le hice saber por email la tarde anterior, la del domingo 18 de septiembre, al día de autos.
Y la verdad, señor Ruiz-Manjón, es que su educada respuesta e invitación a hacer llegar la misiva a Paca Sauquillo antes de su reunión del 19-S me hizo albergar esperanzas de que no se cometiese el atropello que, horas después, se iba a consumar. Iluso de mí. Como de aquel que se crea las razones expuestas en su fatídico documento.
Sin embargo, el motivo por el que me vuelvo a poner en contacto con usted tiene que ver con su aparente protagonismo, según El Mundo, en el evento organizado en la Universidad de Salamanca el próximo 12 de octubre con motivo del ya manido y manipulado enfrentamiento entre D. Miguel de Unamuno y el General Millán-Astray.
Ciertamente, el patético estupor que llenó a su colega de la Universidad de Zaragoza D. Luis Alegre Saz (como así le hice saber) en un lamentable artículo aparecido en El País hace un par de semanas me ha debido contagiar al ver su participación en el acto del Paraninfo salmantino al que, como era de esperar por cuestiones de «su» transparencia, no se ha invitado a universitarios que han pedido asistir al mismo o a algún caballero legionario que, formalmente, ha solicitado su presencia a los organizadores de El País y al Rectorado de la USAL. Todo debe estar bien atado, entiendo, para el escarnio del glorioso General Millán Astray y usted, con la ventaja añadida de su presencia en la comisión de marras, será partícipe del mismo. La unanimidad, como el pasado 19-S, ante todo.
Y más que estupor…estoy casi en trance, Sr. Ruiz-Manjón. Desgraciadamente, me temo lo peor en algo organizado por El País, periódico que osa publicar un artículo (el anteriormente referido) en el que se menosprecia a la mujer, como hizo Unamuno en Fuerteventura (no olvide citarlo), o relega a Millán-Astray ante un ser ficticio tan asquerosamente abominable como Torrente. Por eso, me temo lo peor. Estoy viendo al bueno de Santiago Segura en el papel del general. Si no, pregunte al Profesor Alegre o al pobre desgraciado de El País que permitió tan vil y ofensivo, además de ridículo, artículo sobre un héroe de España o la mujer del principios del siglo XX. Me extraña, por otro lado, que los lobbies progres y feministas no se hayan hecho eco del artículo en defensa de su género pero, tal y como está el patio nacional, no le doy importancia.
Tras estos antecedentes, profesor, permítame invitarle a que haga un gran y objetivo ejercicio participativo de acuerdo con el título que ostenta. No olvide lo de Unamuno y la mujer canaria; lo de su destitución como Rector por Azaña y la República; lo que honestamente le transmite la instantánea de la salida del Paraninfo de hace 80 años donde no hay ni hostilidad en los gestos ni violencia en las acciones; lo de su brindis por el Alzamiento en el Novelty salmantino 48 horas después del mismo; lo de la entrevista con Kazantzakis a las 16h del 21 de octubre de 1936 en la que no oculta sus simpatías por Mola y Franco; lo de su tristeza y soledad desde hacía décadas en una muestra de su idealismo e inconsistencia; lo del desplante al obispo Daniel y Pla al no personarse en la misa previa al acto del Paraninfo; lo de su incipiente desgana por la vida ante los acontecimientos que vivía España; lo de su enemistad con Millán-Astray tras su enfrentamiento en el Ateneo de Madrid años atrás; lo de su provocación al propio general al aludir a su estado físico en esa intervención inesperada o, por último, los testimonios de J. M. Pemán (que SÍ estuvo allí) en el ABC del 26 de noviembre de 1964 o los trabajos biográficos de Juaristi o Lazo que, a pesar de lo que quieran atribuir al Gral. Millán-Astray, son harto elocuentes respecto a lo allí acontecido y los verdaderos testimonios pronunciados y acciones realizadas por los presentes.
Sea consecuente con su cargo, con su ética profesional y, por favor, haga una demostración objetiva con una misma vara de medir, esa que NO se ha utilizado en sus deliberaciones dentro de la comisión de la LMH, carente de rigor y un juicio justo para el que fue héroe de España en Filipinas, Marruecos, además de Fundador de la gloriosa Legión, como así determinó la ciudad de Madrid a mediados de la década de 1920. Será entonces cuando esa máxima judicial de in dubio pro reo alcanzará el mayor de sus sentidos ante una Razón que, con decisiones como las de hace unas semanas, parece haberse olvidado del pueblo y conciliación de todos los españoles.
Sin otro particular, reciba un cordial saludo y un fuerte abrazo legionario.