Enrique de Diego
José María Aznar tiene merecido el premio mundial a la incoherencia. Y a la cara dura. Su chiringuito, la FAES, un supuesto tanque de cebreros, que fundamentalmente ha servido para lanzar al pequeño Nicolás, ha depredado la bonita cifra de 38 millones de euros de subvenciones para defender la perversidad de toda subvención.
O bien Aznar se ha infiltrado en el sistema para combatirlo desde dentro o bien es un completo cara dura que se ha dedicado a repartir dinero entre sus palmeros y aduladores. ¡Qué bien estás con bigote! ¡Cuánto has mejorado sin bigote! ¡Oye, Josemari, Ana Botella está cada día más joven y qué deuda más guapa ha dejado en el Ayuntamiento! ¡Bueno, tu yerno, Alejandro Agag es un lince para los negocios y el tráfico de influencias! ¡Qué bien lo hace tu hijo con los fondos buitre, nos ha salido un depredador con clase! ¡Bueno, una familia de triunfadores, como los Bush! ¡Qué injustos con tu amigo Francisco Correa, con lo bien que quedó la boda! Pobre Rodrigo, ¡pero si privatizó para nuestros amigos!
La FAES, para luchar contra la perversa subvención, se embolsó 3,97 millones en 2007, que menos da una piedra, y 4,05 millones en 2008, para defender el libre mercado y el tintorro frente a la Dirección General de Tráfico.
La FAES, con tal caudal de dinero de contribuyente, se ha sumado a las tesis de George Soros sobre el fin de las fronteras, la inmigración libre y la islamización irrestricta, que se disparó con el “España va bien” de Josemari, crack del pilla pilla presupuestario hayekiano, con una mano, y popperiano, con la otra; el laxo liberalismo egipcio de su amigacho Losantos. Hay subvenciones buenas y hay subvenciones malas; las de la FAES han sido todas muy buenas.
Al menos, la FAES ha. servido para lanzar al estrellato al pequeño Nicolás, como modelo a seguir para la juventud, que dio una conferencia mano a mano con el del trío de Las Azores.