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Un mundo de gilipollas

Redacción




Bill de Blasio, alcalde de Nueva York. /Foto: urgente24.com.
Bill de Blasio, alcalde de Nueva York. /Foto: urgente24.com.

Enrique de Diego

Si tuviera que definir el mundo actual no resultaría difícil: es un mundo de gilipollas, en el que gobiernan los gilipollas (malvados y corruptos, además) por los gilipollas y para los gilipollas.

El problema añadido es que se están alcanzando cotas inimaginables, auténticos récords imbatibles. Este mismo fin de semana: un fanático descerebrado en un centro comercial de St Cloud, Minnesota, la emprende a cuchilladas, hiriendo a ocho personas, con invocaciones a Alá y preguntando a los agredidos si son musulmanes, pues el jefe de Policía, Blair Anderson, tras confirmar que “hizo varias referencias a Alá” y “hemos confirmado que por lo menos a una persona le preguntó si era musulmana”, concluye contra todas las evidencias que “si fue un ataque terrorista o no, no quiero decirlo ahora, porque no lo sé”.

El que Daesh reivindicara el ataque deja a Blair Anderson en evidencia, pero es que si alguien se dedica a dar cuchilladas indiscriminadamente es un acto terrorista, que trata de generar terror. Por supuesto, el agresor es musulmán.

En Nueva York, explota una bomba en un contenedor a una hora concurrida en el barrio de Chelsea y provoca 29 heridos. Encuentran otra bomba cerca. Y en un estado vecino había otra bomba para provocar una masacre al paso de una carrera popular. Pues el alcalde Bill de Blasio, que no es alcalde un pueblecito de patanes, sino de la ciudad más importante del mundo, Nueva York, dice in situ que “no existen pruebas que lo vinculen con un acto terrorista” pero que sí es un “acto intencionado”. ¿Cómo? ¡Qué la explosión de una bomba no es un acto terrorista! ¿Qué es eso de “acto intencionado”, que la bomba no se armó y explotó sola?

Hemos pasado de los “problemas mentales”, para ocultar que son fanáticos musulmanes, ya a negar que es terrorismo cuando se pretende provocar una masacre, o con cuchillo o con bomba. Los gilipollas de los gobernados admiten estas manipulaciones groseras para indigentes mentales.