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Podemos se agota por falta de proyecto y cesarismo

Redacción




El pequeño césar Pablo Iglesias. /Foto: farodevigo.com
El pequeño césar Pablo Iglesias. /Foto: farodevigo.com

Enrique de Diego

Podemos está dando muestras de agotamiento. Ha perdido la transversalidad con la que nació, para situarse a la izquierda del PSOE con las confusas connotaciones de un magma de siglas vergonzantemente nacionalistas y caóticas pulsiones zapateriles, en ese monstruo mental de la plurinacionalidad, y está quedando atrapado en el cesarismo de un Pablo Iglesias que ya no tiene claros sus objetivos.

Paz Vaello, jefa de prensa de Pablo Iglesias, hizo público que “me echan de Podemos. El jueves me lo comunicaron”. Ligada a Tania Sánchez -la exnovia de Pablo Iglesias, dato que ambos hicieron público en su día, al igual que su ruptura, y que forma parte de su biografía- de la que fue jefa de prensa en Izquierda Unida, se había alineado con la candidatura de Proceso Adelante para las primarias de Madrid, en la que también se sitúan Rita Maestre y José Manuel López.

Pablo Iglesias respalda a Ramón Espinar, el que iba a dejar el Senado pero al que le han gustado el mullido escaño y el sueldo, y para quien no hay “pablistas”, pues simplemente sucede que Pablo Iglesias es el secretario general.

Coincido en que sin Pablo Iglesias Podemos no es nada y que lo de “errejonistas” es cuanto menos una broma, pero con Pablo Iglesias, Podemos también se está difuminando. Carece de un proyecto político claro, tras diversos camaleonismos que han ido desde el chavismo a la socialdemocracia. Como “nueva política” ha cogido pronto los vicios de la vieja –Tania Sánchez ha sido depurada como portavoz de la Comisión de Defensa- y ha añadido algunos nuevos: hoy es una amalgama de marcas, y de personalidades, de difícil engarce, navegando a la deriva, con movimientos espasmódicos, en el imaginario mar de la plurinacionalidad.

Ada Colau y Manuela Carmena, los emblemas de los ayuntamientos del cambio, van por libre. Xavier Domenech se mimetiza con Esquerra Republicana. Y en Galicia, Podemos prácticamente ha desaparecido tras el golpe de estado cesarista de Pablo Iglesias que obligó a integrarse en la mera marca institucional de En Marea, donde han recalado una serie de pequeños partidos y grupúsculos nacionalistas, que gobiernan los ayuntamientos de Coruña, Ferrol y Santiago. Las primarias han sido cercenadas manu militari por el pequeño césar Pablo Iglesias.

El pequeño césar, que ha suplantado al emotivo pero ineficiente movimiento asambleario de base, que ahora resulta un engorro, como Napoleón suplantó a la revolución francesa, corta cabezas como la de Paz Vaello, mientras los puestos y los sueldos –el lugar en las listas- suplantan al debate de las ideas.

Pablo Iglesias, que demostró ser un buen táctico y que abrió grietas en el sistema en las elecciones europeas, ha demostrado ser un estratega deficiente, cuando fue incapaz de votar la investidura de Pedro Sánchez a cambio de nada, a cambio de desalojar al PP y a Mariano, tiene ahora un partido en gestación, que no acaba de pasar de embrión, y que, al tiempo, está gangrenado por crisis propias de partidos con largas trayectorias.