Virginia Montes
Ya ha superado con nota las dos primeras etapas de la campaña de descrédito del sistema para quien lo cuestiona: el silencio y la ridiculización. La tercera es la de la descalificación, el amedrentamiento y la exigencia de lo que llaman “moderación”.
Primero dijeron que era un outsider, después que un histrión, luego que sería el mejor candidato para los demócratas…porque le daría la victoria a una Hillary a la que todo el mundo considera una corrupta compulsiva. Empezaron a desacreditarle como el candidato de los “paletos blancos”. Un argumento del tipo de ¡eh! tú eres un hombre de ciudad, culto, tú eres una mujer urbana, ese sólo es para la “clase trabajadora blanca”. Porque estos de la corrección política son muy racistas y especialmente muy racistas antiblancos y la “clase trabajadora blanca” tradicionalmente ha votado al Partido Demócrata, pero se ha cansado de que la hundan y vilipendien.
El partido republicano consideró que Donald Trump tenía que “moderarse” para poder ganar votos en la “comunidad negra” y en la “hispana”. ¡Que se plegara a la corrección política! Le pusieron asesores para ello e incluso le organizaron un encuentro con Peña Nieto. Trump empezó a hundirse en las encuestas, hasta 12 puntos por debajo de la corrupta Hillary Clinton, cuya campaña está financiada por Arabia Saudí y por George Soros.
Pero no han domesticado a Donald Trump y nada más venir de hablar con Peña Nieto, declaró que “el Muro lo va a pagar el Gobierno de México”. Y ha vuelto a subir en las encuestas. Porque el fenómeno de Donald Trump consiste en que coincide con una corriente de opinión que está en la calle. No la ha creado, la canaliza, aunque les sorprenda a los medios de la corrección política que la gente haya decidido no hacerles caso, porque la aburren y la están hundiendo, y ya nadie se cree las mentiras.
La última encuesta de intención de voto de CNN/ORC le otorga a Trump un 45% frente al 43% de Clinton entre votantes potenciales. La cifra se invierte si hablamos de votantes registrados: un 44% para Clinton frente a un 41% para Trump. La carrera está abierta: Donald Trump puede ser el presidente de los Estados Unidos; debe ser el presidente de los Estados Unidos para que las cosas cambien y la corrección política sea barrida del mapa.