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Albert Rivera y su necesaria exposición mediática

Redacción




Albert Rivera, primer plano mediático. /Foto: lavozlibre.com.
Albert Rivera, primer plano mediático. /Foto: lavozlibre.com.

Miguel Sempere

Albert Rivera no está cometiendo errores tácticos de importancia. Al contrario, está utilizando a su favor, al máximo posible, las difíciles circunstancias en las que tiene que moverse, consciente de que siempre será el más perjudicado en una repetición de elecciones, por el efecto placebo y desvertebrado de segunda vuelta.

Por de pronto, esta es una democracia televisiva en la que los votantes responden al perfil del homo videns, con lo que entraña de superficialidad. Albert Rivera no puede abandonar en ningún momento el primer plano mediático. Está obligado a ello máxime cuando es el principal valor de un partido con una estructura endeble, en el que la dirigencia puede contarse con los dedos de las dos manos: José Manuel Villegas, Fran Hervías, Juan Carlos Girauta, Inés Arrimadas… El pequeño círculo de confianza ahormado en Cataluña más los fichajes en los entreactos de las tertulias de Intereconomía: Luis Salvador y Begoña Villacís. No caben en un taxi, pero sí en una furgoneta.

El resto es un partido de aluvión, con restos de naufragios del PP y absorciones de UPyD. En Galicia y País Vasco acude a las elecciones autonómicas con estructuras frágiles y debilitadas (es un partido que ha procedido a más de dos mil expulsiones, no pocas en Galicia, donde no existe en Lugo ni Orense).

Siendo un partido que ha buscado tanto lo mediático en la elección de candidatos ha tenido la desgracia de dar con un portavoz, Juan Carlos Girauta, exmilitante del PSOE y del PP, con torpe aliño indumentario y al que no se le ha concedido el don de la palabra.

Albert Rivera, quien ha establecido una relación preferencial con Mariano Rajoy, ha medido bien los tiempos y se ha mostrado hábil en las puestas en escena, como la presentación de los seis puntos, que tuvo el tono alejandrino de la ruptura del nudo gordiano y cierta solemnidad de ultimátum. Ha jugado a crítico y ganador dentro de un aura de responsabilidad, casi como si se tratara de un estadista, aunque los 150 puntos, en lo tocante al regeneracionismo, pecan de vagos, inconcretos y descomprometidos o se quedan cortos en la despolitización de la Justicia, pero, sin duda, abren una vía.

Esta sobreexposición necesaria para seguir en las primeras noticias de los informativos, con lo que entraña de sobreactuación, tiene un inconveniente detectable: el minoritario que pacta con el mayoritario en su mismo segmento de mercado electoral tiende a debilitarse transfiriendo votos al mayoritario, por la mayor utilidad de la papeleta y porque pasan a desdibujarse los perfiles de tanto salir juntos ante la cámara para confusión de la debilidad mental del homo videns. Es decir, que para Ciudadanos puede tener un coste apreciable en las elecciones gallegas y vascas.