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Muy recomendable visionar la película “No sin mi hija”

Redacción




Sally Field en "No sin mi hija". /Foto: sensacine.com.
Sally Field en «No sin mi hija». /Foto: sensacine.com.

Enrique de Diego

En estos tiempos en los que hemos caído tan bajo que la degeneración de las mentes lleva a que algunos socialistas y liberales a la violeta defienden la ¡libertad personal! de las musulmanas a vestir como quieran, es muy recomendable visionar la película “No sin mi hija” (1990), del director Brian Gilbert, y en la que los protagonistas Sally Field y Alfred Molina hacen dos grandes actuaciones sobre todo la gran Sally.

Está basada en la autobiografía de la norteamericana Betty Mahmoody. La sinopsis es bien sencilla. Betty conoció en Michigan a Sayyed Bozorg Mahmoody, médico anestesista, que había salido de Irán a los 18 años para ir a Londres y luego a Estados Unidos a estudiar a la Universidad. Es 1984 y la revolución islámica de Jomeini ha triunfado. Sayyed lleva, desde Texas, donde viven, a Teherán a Betty y a la hija de ambos, Mahtob, que también ha escrito su autobiografía. Cuando llegan, Sayyed les informa de que no van a volver cuando Betty le pide que no les haga eso, la pega un puñetazo. Luego son todas las vivencias y peripecias para escapar.

La película ilustra realistamente el mandato coránico contenido en la Azora IV, aleya 38: “A aquellas de quienes temáis la desobediencia, regañadlas, encerradlas en su habitación, pegadlas”. Sayyed encierra, en efecto, en su habitación a Betty, la encarcela. Hay que ver lo que es una paliza coránica: la pega en la sala de espera del colegio, dice que la va a matar y todas las presentes miran para otro lado, no tanto por cobardía o indiferencia, sino porque el marido está en su derecho. Matar a la esposa en Irán y en Arabia Saudí no es delito. La mujer no puede salir de casa si no va acompañada del padre o el marido. Hay mujeres que dicen sentirse más libres en Orán que en ciertos barrios de París, donde son habituales las agresiones físicas por salirse de las normas coránicas.

Hablar como ha hecho el ignorante ilustrado de Ignacio Escolar de “feminismo islámico” es una impostura y una canallada. Defender el burkini como están haciendo liberales a la violeta muestra su degradación. El Consejo de Estado –un órgano administrativo a cuyo frente está el presidente de la República, el primer ministro, lo presidentes de las Cámaras, jueces, generales, de control francmasón y socialista- ha hecho un flaco favor a la libertad y a la convivencia, pero servirá para abrir muchos ojos respecto a la estupidez infinita de la corrección política, aunque esos ojos ya están muy abiertos: el 64% de los franceses, en la encuesta de Le Figaro, están a favor de la prohibición.

La gran Oriana Fallaci. /Foto: periodicocomunidades.com.
La gran Oriana Fallaci. /Foto: periodicocomunidades.com.

 

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También son muy recomendables los libros de esa gran periodista, de esa gran italiana, de esa gran mujer –no me atrevo a insultar su memoria llamándola feminista, aunque durante tiempo se la tuvo por un icono- que fue Oriana Fallaci, “La rabia y el orgullo” y “La Fuerza de la razón”.