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Donald Trump, en la tercera fase

Redacción




Donald Trump, el enemigo a batir. /Foto: donaldjtrump.com.
Donald Trump, el enemigo a batir. /Foto: donaldjtrump.com.

Virginia Montes

De las tres fases de demolición que utiliza el sistema –como un protocolo- contra quienes osan enfrentarse a la dictadura de la corrección política, Donald Trump ha superado, con nota, las dos primeras y se encuentra de lleno en la tercera.

Dado que el sistema se basa en el control de los medios de comunicación, que han asumido la corrección política como línea editorial y libro de estilo, únicos, las tres fases son fundamentalmente mediáticas:

1.- Silencio. Intento de desfonde evitando la comunicación entre la persona y el resto de ciudadanos. Ostracismo.

2.- Ridiculización. Dosis de humor negro, para desacreditar a la persona en cuestión. Presentación como un histrión irrelevante y sin importancia.

3.- Ataque directo y en todos los frentes. Intento de descrédito por todos los medios. Infundir terror. Descrédito psiquiátrico. Se trata de un loco peligroso.

Cada una de las fases va dirigida contra la persona, pero también contra sus posibles seguidores, tratando de dirigir coactivamente a la opinión pública. La primera fase es del tipo, esta persona no es importante, lo que dice no es relevante, nosotros no lo tenemos en cuenta. Y tú, si le sigues tampoco eres representativo, estarás solo, no serás aceptado socialmente.

En esa primera fase, no hubo información. Se suponía que el candidato republicano iba a ser Jeb Bush y en él se centró la atención. En los debates de la Fox, entre candidatos republicanos, fue minusvalorado. Se dijo que los había ganado una mujer de la que nunca más se supo.

Normalmente, con esa fase el sistema desfonda a la persona y la incomunica respecto a sus seguidores, que se ven abocados a una posición testimonial, sin reflejo en los medios. El esfuerzo parece estéril.

La fase 2 se concentra en la ridiculización. Cómo vas a seguir a este histrión, a este patán, del que todos nos reímos. ¿Quieres que se ría la gente también de ti? Hubo muchas informaciones respecto a celebridades que se mofaban de Trump; de conflictos en los mítines, del tipo de “Donald Trump expulsa de una rueda de prensa a un periodista de Univisión” o reportajes sobre un manifestante ante un mitin tildando de nazis a los seguidores de Trump o del rechazo de la “comunidad hispana” a la propuesta de un Muro en la frontera con México. En esa fase también intervino Barack Husein Obama, quien ironizó que Trump tenía conocimiento de las relaciones internacionales a través de los concursos de mises.

También de que el aparato del partido republicano lo descabalgaría en la Convención y alianzas entre los otros candidatos. Toda una serie de estrategias que hubieran provocado repulsa y hubieran sido descritas como maniobras antidemocráticas si se tratara de otra persona.

Donald Trump ha superado esas dos fases, lo cual es una gesta. Traía dos bagajes importantes: una considerable fortuna que no le hace depender de las donaciones y los lobbys, y un conocimiento amplio en la sociedad norteamericana tanto como hombre de negocios como personaje de fuerte presencia televisiva.

Estamos en la tercera. Se dispara desde todos los frentes. Hay que infundir miedo y terror, porque se han superado todas las líneas rojas y lo que está en juego es la Casa Blanca, la mayor concentración actual de poder en el planeta. Se dijo que su candidatura era la de un outsider, que nunca sería candidato a la presidencia y, luego, que si era candidato sería el peor de los posibles porque sería mayor el triunfo del candidato demócrata. Hay que conseguir, como sea, que, al menos, este aserto se cumpla.

Veamos el eco de esta tercera fase el martes de esta semana en digitales españoles. La corrección política domina, por lo general, también los digitales. El Confidencial se va hasta Virginia Occidental para analizar el “discurso distópico” de Donald Trump, relacionado exclusivamente con blancos en paro, alcoholizados y drogadictos. Otros artículos de El Confidencial sobre Donald Trump: “El improbable campeón de la clase obrera”, “Trump y el arte de la sucia mentira” o “La primera familia-marca del mundo”.

El Diario, del ignorante ilustrado Ignacio Escolar, publica, firmado por Teguayco Pinto, un texto titulado “Donald Trump es un enemigo de la ciencia en el país líder en investigación”. ¿En qué se sustenta esta afirmación para presentarle como un cavernícola? “Ha afirmado que el cambio climático es un invento de los chinos, que las vacunas provocan autismo o que los inmigrantes propagan enfermedades”. Se pueden debatir. El agujero de la capa de ozono se ha reducido; el autismo aumenta; y, es obvio, que los inmigrantes propagan las enfermedades que traen de sus sociedades. Históricamente, se establecía una cuarentena antes de dejar entrar a nadie.

Otro artículo de El Diario se hace, en el titular, la siguiente pregunta apocalíptica. “Si Donald Trump pierde, ¿se hunde el partido republicano?”.

También se publica una entrevista con Mark Singer, del New Yorker, al que en 1996 su jefe le encargó un perfil sobre Donald Trump con la siguiente frase: “Es un completo idiota. ¡Te va a encantar!”. Pero ha sido la Convención Republicana, y Mark Singer está cualquier cosa menos encantado. El entrevistador del digital de Ignacio Escolar escribe que “Singer define adecuadamente el discurso de Trump como demencial”. Entramos de lleno en uno de los recursos más manidos de la tercera fase: el psiquiátrico. También el miedo. “Tengo miedo; todo el mundo lo tiene”, “si gana Hillary se va a acabar el dióxido de carbono por las respiraciones de alivio”, “he sido testigo de asesinatos y guerra terribles, pero lo que ha llevado a esta situación (la candidatura de Trump) es un cúmulo de sensaciones negativas”, “dan ganas de volarse la tapa de los sesos”.

El digital Publico publica con tintes de grave denuncia que “Trump propone un test ‘ideológico’ para inmigrantes que vayan a Estados Unidos”. ¿En qué consiste cuestión tan alarmante? “Sólo deberíamos admitir a aquellos que comparten nuestros valores y respetan a nuestra gente. En la Guerra Fría teníamos un test de escrutinio ideológico”. Pues, la verdad, parece altamente sensato.