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La soga en casa del aforado

Redacción




Rita Barberá, muy satisfecha con ser aforado. /Foto: elmundo.es
Rita Barberá, muy satisfecha con ser aforado. /Foto: elmundo.es

Enrique de Diego

Dicen que la vieja diplomacia vaticana –ahora con Bergoglio puede andar manga por hombro- cuando se topaba con un problema complicado, casi irresoluble, adoptaba una estrategia infalible: dilata, da largas. Rajoy es un maestro en dilatar y ha vuelto a hacerlo: se remite al día 17 y luego ya veremos la fecha de investidura, que Rivera quería conocer de inmediato.

La diplomacia vaticana tenía a su favor una visión escatológica de los tiempos, con la mirada en la eternidad. Rajoy tiene al suyo algo más pedestre: sigue en La Moncloa. Como Federico Trillo continúa en la embajada de Londres y José Antonio Sánchez en la presidencia de RTVE. Es una interinidad cómoda y bien pagada. Todos cobran a fin de mes. Se ha escuchado algo parecido a una colisión en el Titanic pero suena la música y hay champán y caviar en las mesas de primera clase, copada por el PP.

La jugada de Albert Rivera no ha sido inocua: ha mostrado que Rajoy, el inmovilista, no puede aspirar a otra cosa que a una agonía condicionada. Dudo que Rajoy esté dispuesto a una limitación de mandatos, porque Rajoy no sabría qué hacer fuera de la política, ni fuera de La Moncloa. En todo lo demás, dilata: es precisa una reforma constitucional y una ley electoral, habrá que hablar con el PSOE que es el culpable de todo. Dilata.

Pero lo de eliminar aforamientos y poner en marcha una Comisión de Investigación sobre la financiación irregular del PP, la lista de Bárcenas, los papeles de Bárcenas, los sobres que han cobrado todos, desde Mariano Rajoy a Federico Trillo, el hombre que sabe demasiado, como la ha definido magistralmente Yrene Callais, es citar la soga en casa del ahorcado; o mejor, del aforado…disfrutando de la prebenda y remiso al patíbulo.

Resulta altamente chocante que vayan a votar si aceptan que los imputados deban abandonar la vida pública un grupo humano en el que están como vocales la exministra Ana Mato, pendiente de juicio como responsable a título lucrativo de la trama Gürtel; la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá, cuya imputación pide la Fiscalía por la financiación del PP municipal; el expresidente madrileño Ignacio González, imputado en el caso del ático de Marbella; la exconsejera madrileña Lucía Figar, imputada en la investigación de la trama Púnica; y el exdiputado Vicente Martínez Pujalte, implicado en el caso de las comisiones que cobraban Gustavo de Arístegui y Pedro Gómez de la Serna.

Albert Rivera se ha hecho valer y ha puesto a Rajoy contra las cuerdas, contra la soga del ahorcado. Ha dado un sentido a Ciudadanos, que estaba perdiendo a chorros: CIS dixit.

Es difícil de imaginar que el Comité Ejecutivo del PP siga la heroica senda marcada por el bushido para los samuráis y los reunidos se abran las vísceras, haciendo harakiri, mientras vuelan por Génova los billetes de quinientos y se abren por arte de magia los sobres. Parece que la comisión de investigación en la Junta de Andalucía sobre los cursos de formación está siendo retórica y hay otra en la Asamblea de Madrid de la que no llegan ecos, pero Bárcenas, Luis Bárcenas, con luz y taquígrafos, eso sería glorioso, una escena digna del Conde Montecristo de Alejandro Dumas. Ahí la realidad superaría ampliamente a la ficción.

Es difícil imaginar que el Comité Ejecutivo del PP reciba con entusiasmo los mensajes de la regeneración para emprender esa virtuosa senda, y Rajoy, el primero. No se sentirá muy entusiasmada Rita Barberá con quitar los aforamientos, de los que tenemos diez mil, cuando por ahí fuera tienen diez como máximo, y Alemania, sólo uno. Rita está muy a gustito aforada y si l

e quitan el aforamiento ya ha amenazado con tirar de la manta.

Albert Rivera les ha salido respondón, cuando les dijeron que estaba para hacerles el caldo gordo y entretener con la pantomima. Los seis puntos riverianos son seis estocadas en todo lo alto, a los que el Comité Ejecutivo del PP ha de responder con algo de visión de Estado, que será seguramente una reedición del dilata: comisiones de negociación, para perder el tiempo y no hacer nada, mientras se intensifica la presión a un PSOE en el que Pedro Sánchez sabe que si cede, está muerto.

Albert Rivera ha prestado un gran servicio a la nación al vestir de largo a la regeneración pendiente y necesaria y al mostrarle a Rajoy que su ensoñación de que todo el mundo se le entregue sin condiciones –el PSOE se abstiene, Ciudadanos vota sí y entra en el Gobierno, llega a tiempo el PNV de cambalachear por transferencias y dinero- es una quimera, pero, al tiempo, no se puede minusvalorar ni el inmovilismo ni la capacidad de resistencia de Rajoy para agotar al contrario. De ello, tiene reservas insondables como para rendir a la nación. La verdad es que las matemáticas son igualmente tozudas y tampoco es suficiente la abstención ´..del PSOE. Hay que esperar al PNV el 25 de septiembre, pero de eso hablaré mañana. Porque no basta con la investidura, que no es más que pórtico de la legislatura.